Espacios. Vol. 18 (2) 1997


Las empresas de base tecnológica: opciones para la región 3/3

The technological base enterprises: Options for Latin-America

Luis F. Marcano González y Lorena García


IV. Hacia el diseño de un programa de estímulos de ampliación de la base empresarial vía la creación de empresas de base tecnológica

Antes de exponer el conjunto de recomendaciones que en el plano de políticas se pueden avanzar, es necesario hacer algunas acotaciones de interés general.

Como lo sennalan Castells y Hall en su trabajo (1994), de acuerdo a la teoría económica un país puede pasar por tres etapas de desarrollo global y a los cuales corresponden características particulares en cuanto a las opciones a desarrollar en los aspectos referidos a la promoción de los nuevos conglomerados industriales de nuevo tipo. Veamos esquemáticamente cuales son estas etapas:

Primera etapa: Los países que se encuentran en una primera etapa de desarrollo, asumen una estrategia que les permita atraer la inversión de empresas transnacionales, lo cual provoca la importación de tecnologías existentes y maduras. Es evidente que cuando se ha llegado a un cierto grado de desarrollo, comienza un proceso de competencia con otros países por la fuente de inversión, razón por la cual el país debe mantenerse perceptiblemente atractivo con respecto a la misma. En esta fase, la construcción de parques tecnológicos, de la ciencia o incubadoras de empresas de base tecnológica, puede jugar un papel importante en la atracción de inversiones extranjeras.

Segunda etapa: Cuando el país alcanza un nivel de desarrollo más elevado y la industrialización resulta general, define como estrategia el desarrollo de una capacidad que le permita mejorar la tecnología importada mediante combinación de innovación de productos y de innovación de procesos en cascada. Los países que se encuentran en esta etapa implementan un proceso de apoyo de mejora a la competitividad de las industrias existentes. En lo que respecta a la promoción a los parques científicos o tecnológicos, en esta etapa, debe hacerse énfasis en el acceso a una mano de obra con un alto nivel de formación universitaria y el Estado debe fomentar la investigación en áreas relacionadas con sectores objetivos de la economía nacional, como por ejemplo, agricultura, la energía u otra área de la actividad industrial donde se tengan algunas ventajas comparativas que puedan con seguridad convertirse en ventajas competitivas dinámicas.

Tercera etapa: Los países que han llegado a esta etapa, aplican estrategias diferentes. En primer lugar, fomentan y fortalecen sus sistemas nacionales de I & D a fin de incentivar la generación de tecnologías propias y comenzar un proceso de identificación de tecnologías futuras que le sirven de plataforma a las nuevas concentraciones industriales. Aquí el papel del Estado se vuelve más complejo y sutil, promoviendo la investigación básica y sus aplicaciones en áreas prioritarias. Esto implica la expansión y mejora de universidades ya existentes y la creación de nuevas. Quizá una de las fases más difícil del proceso, sea la creación de vínculos entre los investigadores y la industria. Este factor puede ser determinante del éxito de los parques de la ciencia o tecnológicos y depende fundamentalmente, de la cultura académica e industrial predominante en el país que se considere.

Las naciones industrializadas, han tenido que pasar de una manera u otra por estas etapas, en muchos casos durante largos períodos. Sin embargo, existen experiencias concretas, como ya se indicó, de saltos desde la primera etapa a la tercera en apenas una generación.

Definiendo objetivos

Se debe tener en cuenta que esta es la situación dominante en la región, pero no quiere decir que no se pueda avanzar rápidamente en el desarrollo tecnológico. Es posible alcanzar rápidamente niveles de desarrollo tecnológico, si se tiene claro los objetivos que se persiguen. Examinemos los dos principales.

1.- En algunos casos (y tal vez sea el de la mayoría de los países latinoamericanos) el objetivo que se persigue es el de la reindustrialización; es decir, la creación de nuevos empleos en nuevas industrias que reemplacen a los antiguos empleos de antiguas industrias en decadencia. En algunos países de la región, se trata de empleos en sectores agrícolas o mineros básicos como resultado del desplazamiento de la población rural a las ciudades por el aumento de la productividad en el campo o en las minas. En otros países, también se trata de la sustitución de antiguas industrias básicas, extractivas y de manufactura, que han sido el resultado de antiguas formas de industrialización, de los ciclos económicos anteriores.

2.- El otro de los objetivos que se persigue, tal vez en menor grado en la Región, es el desarrollo local, entendido como el desarrollo de una localidad específica de un país determinado. Esto es, que producto de la situación de desplazamiento de establecimientos industriales de un área a otra se han creado diferencias regionales importantes, que pueden ser resueltas mediante la utilización del expediente de la instalación de los parques o conglomerados tecnológicos. Por supuesto, esto significa llevar el crecimiento de estas nuevas industrias desde la región central hacia aquellas menos desarrolladas.

Lo importante de estos objetivos es lo que se persigue en última instancia: la creación de sinergias y de un medio innovador en las sociedades que impulsan estos procesos. Por supuesto que hablar de sinergia no es fácil en el medio latinoamericano, pero asumamos que la mejor forma de considerarla es como la generación de nueva información de alto valor a través de la interacción humana. La sinergia en sí se puede convertir en objetivo, pero lo que se pretende es crear las condiciones para que una economía determinada entre en un constante ciclo innovador. El asunto es complejo. Sin embargo, es importante comprenderlo, ya que de ello depende el éxito de las iniciativas que se pueden emprender. El papel innovador de una sociedad va a depender de múltiples factores y su existencia histórica concreta de diferentes condiciones. Pero lo que se quiere poner de relieve es la búsqueda de la construcción de un ambiente innovador, por lo menos capaz de mejorar las condiciones de la producción de bienes y servicios en una región o país determinado.

Aprendiendo de las lecciones

Del examen de las lecciones de los países industrializados y de la iniciativas de la región, se pueden sacar algunos aprendizajes. Estas lecciones, también, son válidas para el diseño de cualquier política en esta materia. Es aprender de la experiencia ajena. Es lo que se ha hecho en el pasado, se hace en el presente y se hará con seguridad en el futuro. Pero también hay que aprender de cómo se ha aprendido. En muchos casos se ha copiado la forma y no lo esencial de los procesos. Se han reproducido más bien caricaturas de los procesos de otras latitudes.

Al iniciar un programa de creación de conglomerados de empresas de base tecnológica, el primer aspecto esencial a tomar en cuenta es, como ya se ha señalado, determinar cuál es su objetivo básico. En este sentido, la elección de prioridades es decisiva. Debe haber una negociación entre las prioridades nacionales y locales y entre los objetivos a corto y largo plazo. La elección tendrá, por tanto, implicaciones en las estrategias del desarrollo económico global de un país determinado.

El papel del Estado

A partir del análisis de la experiencia de los países que han alcanzado el éxito industrial, se desprende que el Estado juega un papel decisivo en el proceso de industrialización, aportando el entorno adecuado y las bases apropiadas para el desarrollo de empresas privadas competitivas. Para ello, el país debe tener claridad en relación a la posición que ocupa en la curva de aprendizaje y a los objetivos y estrategias a seguir a fin de pasar a un nivel más avanzado de desarrollo y de ser posible, saltar etapas dentro del proceso.

La intervención del Estado resulta decisiva. El Estado debe aportar el entorno apropiado y la base apropiada para el desarrollo de empresas privadas vigorosas y competitivas. Asimismo, el estado debe fomentar la formación de personal de alto nivel (licenciatura y hasta doctorado). Además, debe incentivar deliberadamente la I & D en ciertos campos específicos relacionados con sectores objetivos de la economía. Nunca es demasiado pronto para que un país comience a construir al menos un importante centro universitario dedicado a la investigación. Si lo hace en los primeros niveles de desarrollo industrial, mejor; las tradiciones de buena investigación no se construyen de un día para otro, esta tarea puede llevar varias décadas y debe estar preparada para el momento que el país necesite desarrollar su potencial innovador. Como vimos más arriba, alcance otras etapas de desarrollo distinta a la que se encuentra.

En las distintas etapas de desarrollo es importante la elección de las industrias fundamentales para que actúen a manera de detonante. Ello también tiene que ver con la elección de la tecnología; más concretamente con el énfasis que se haga en I & D a nivel local. El criterio más recomendable es el de escoger aquella área en la cual un determinado país posee ventajas comparativas. Estas ventajas se pueden y deben convertir, por supuesto, en ventajas competitivas dinámicas. En el caso de los países industrializados, que se han analizado (en particular, Estados Unidos, Reino Unido y Francia), la demanda del sector militar actuó como detonante del desarrollo del nuevo tipo de empresa. Esto fue así hasta el punto de llegar a modificar, en el caso americano, el mapa industrial.

Los países de la región poseen muy variados detonantes. Se puede mencionar a manera de ilustración, la extensa zona amazónica común a nueve países sudamericanos. Esta zona dispone de un acervo de recursos y posibilidades que en si misma es suficiente para desarrollar múltiples posibilidades industriales de nuevo tipo (biotecnología o farmacología). De igual manera, cada país en concreto sabe cuales son sus potencialidades y en tal sentido puede, debe y tiene que actuar.

El último aspecto a considerar es la cuestión del tiempo. Ya en las lecciones de los países industrializados, se ha señalado la importancia de la perspectiva a largo plazo. La construcción de conglomerados de empresas de base tecnológica no es una política cuyos resultados se puedan medir tras un corto lapso. Si se alcanza el éxito será algo que habrá que medir después de varias décadas. Se necesita un compromiso a largo plazo por parte de los gobiernos. Esta acción debe ser considerada de la misma forma que lo son otros elementos de una estrategia de desarrollo como la educación y la investigación científica con las cuales está íntimamente ligadas. Esto debe ser comprendido tanto por el sector público como por el sector privado.

Debe quedar también claro que no se considera al Estado como una entidad monolítica. Dentro de esta denominación se encuentran diferentes niveles que pueden comportarse de forma diferente. Esto debe ser considerado en el momento de establecer una política que pretenda estimular la creación de parques industriales de este tipo. Por ello debe tomarse en consideración las distintas instancias del Estado incluyendo en ellas a las universidades y a los institutos de investigación.

V. Propuestas de opciones y acciones para Latinoamérica y el Caribe

Se han señalado ya cuales son las condiciones necesarias para disponer de una capacidad empresarial innovadora. En este sentido, se ha insistido en la necesidad de disponer de tres factores fundamentales:

A) La materia prima necesaria: la información. Es decir, conocimiento sistematizado llevado a la producción y con posibilidades de expanderse constantemente.

B) Un nuevo tipo de empresario, innovador a la manera como lo señala Drucker (1985), acompañado por personal de alto nivel, sobre todo en los campos de I & D y de las disciplinas profesionales vinculadas al nuevo paradigma tecno-económico (la computación, la ingeniería, entre otras); y

C) Capital de riesgo para respaldar las iniciativas que muchas veces, con muy poca probabilidad tendrán éxito.

Ahora bien, en casi todos los países de la región la situación real es de carencia de todos estos factores necesarios para emprender una acción decisiva de esta naturaleza.

Se sabe, además, que para que las economías sean competitivas hace falta capital, personal y capacidad de negociación. Por una parte el capital es escaso, buena parte de los ingresos de los países estea comprometido en lel pago de la deuda externa que tiene. Por otra parte, el personal calificado de alto nivel es también escaso y con tendencia a moverse hacia fuentes de mayor remuneración, de mejores condiciones de trabajo y de valoración social de sus actividades, en particular hacia los países industrializados. Por último, la capacidad de negociación ha sido a lo largo de la historia regional limitada; pero es esto lo que se puede en realidad desarrollar más rápidamente.

Estas consideraciones resumen, en forma por demás esquemática, el ambiente y las condiciones, en apariencia no favorables para el diseño de una política hacia el fortalecimiento del parque industrial, a través de la figura de la empresa de base tecnológica. Sin embargo, es posible avanzar en esta dirección si se comprende cuál es el proceso, cuáles los detonantes y cuáles son las decisiones que se deben tomar. Se intentará a continuación, avanzar en algunas propuestas que son sólo indicaciones generales sobre las políticas a seguir por los países de la región:

  1. Se debe poseer una estrategia de desarrollo clara. Esto quiere decir que cada uno de los países debe evaluar cuál es su situación y en qué nivel de desarrollo se encuentra y a partir del resultado obtenido en la evaluación construir una estrategia de desarrollo a largo plazo. A cada nivel de desarrollo corresponde una acción determinada. Se pueden saltar las etapas, pero en cada una de ellas se deben usar los instrumentos adecuados.
  2. Se debe invertir en las ventajas comparativas; cada país las posee y sobre ellas debe centrar sus esfuerzos en la creación del parque industrial. Al principio importando la tecnología necesaria, para desarrollar una infraestructura industrial que permita aprender cómo se hace para luego obtener un cierto grado de competencia propia. Ello se logra a través de la capacitación y calificación de la fuerza de trabajo. No se puede olvidar que la fuerza motriz de las empresas del nuevo paradigma es el conocimiento y este se encuentra en las personas quienes conforman en definitiva el ambiente innovador con el cual se genera la sinergia necesaria de las etapas superiores del desarrollo de las capacidades industriales en una localidad o país determinado.
  3. Para ello es necesario poseer una visión a largo plazo. Se ha insistido que los programas de conglomerados de empresas de base tecnológica -bien sean parques o incubadoras- son emprendimientos de largo alcance. Por tanto, la planificación de estas iniciativas debe considerar muy seriamente esta condición. No se pueden esperar resultados a corto plazo, sería un error de partida pensar en ello con visión de corto alcance.
  4. Hay que identificar de dónde viene la innovación, para lo cual resulta decisiva la existencia de una relación investigación-industria, en ambos sentidos. Las universidades son claves en este proceso, pero no siempre. Las universidades pueden desempeñar su papel innovador si continúan siendo instituciones fundamentalmente autónomas, fijando sus propios intereses de investigación y estableciendo sus propios criterios de calidad científica. Los servicios a ultranza y la dependencia de fuentes de financiación externa hacen en extremo vulnerables a estas instituciones y a la larga minan la calidad de sus conocimientos y saberes. Por su parte, la industria es el locus por excelencia de la tecnología y por lo tanto actúa como demandante del conocimiento necesario para la resolución de sus problemas. Un empresariado que considere que la ciencia y la tecnología se pueden convertir en capital, es el actor principal de los conglomerados de empresas de base tecnológica. En su defecto, algunos investigadores pueden y deben convertirse en empresarios como efecto de demostración.
  5. En tal sentido, se necesita construir las redes de información desde el principio, cuando se toma la decisión de crear el conglomerado de empresas de nuevo tipo. La información es la materia prima más importante y debe haber adecuados caminos para que ella pueda fluir. Al respecto, no hay modelo a seguir. Deben tomarse en cuenta las condiciones culturales de cada país o región. La forma más efectiva de transmisión de la información puede variar de un país a otro y los medios a utilizar variarán, en consecuencia, de caso a caso. No se debe perder de vista que lo buscado es la construcción de un ambiente sinérgico en una sociedad particular.
  6. En los países de poco desarrollo y gran concentración de recursos (materiales y humanos) en sus zonas metropolitanas, las estrategias de descentralización a corta distancia pueden facilitar el proceso. Por ejemplo, la construcción de parques tecnológicos o incubadoras de empresas en la periferia de la capital, donde casi siempre se concentran la mayoría de las condiciones para su desarrollo, pueden ser más efectivos que la de desarrollarlos lejos de las condiciones necesarias para estas actividades. Si por el contrario, se opta por una estrategia de larga distancia en el territorio nacional es necesario ser mucho más selectivo, concentrándose en una o dos áreas objetivo que puedan ofrecer las mejores perspectivas en términos de instalaciones; como son: la existencia de universidades con tradición de investigación, capacidad empresarial, tradición industrial y un cierto liderazgo político.
  7. Como se ha señalado, en las experiencias de larga data en los países industrializados, los impulsos al nuevo tipo de empresa vinieron, en lo fundamental, del sector militar. La defensa nacional, o la competencia espacial en unos casos, ha jugado un papel muy importante en el desarrollo de muchas innovaciones en el pasado reciente. No obstante, no se puede pretender que este se convierta en el aliciente en los países de la región. Al menos no es un caso generalizable, aunque este factor juegue un papel importante en algún país en concreto. Los alicientes pueden provenir del interés nacional en cada caso. Así, los países que participan en el mercado mundial suministrando energía (fósil, como el petróleo) y cuyas economías se basan en esta capacidad, deben desarrollar sus capacidades industriales, por ejemplo, en dos vertientes: una, aguas abajo en términos del desarrollo industrial pasando a la petroquímica y a la industria química orgánica; y dos, en el desarrollo de capacidades en el campo de las energías alternas, desarrollando actividades de I & D, con el fin de mantenerse competitivos. Esto es sólo un ejemplo de las posibilidades que tienen algunos países de la región; con igual lógica se puede afrontar la situación de otras naciones. Esta política puede permitir el desarrollo de nuevos nichos en el mercado concentrándose en las verdaderas capacidades disponibles en el país determinado. Sin embargo, esto último exige un examen detenido de las potencialidades disponibles tanto en el plano material como intelectual.
  8. Se necesita mucho tiempo para que un conglomerado de empresas de base tecnológica alcance un relativo éxito. Se alude a períodos mucho más largos de los que se está acostumbrado a considerar tanto en el plano empresarial como en el político. Hay que proceder con estos proyectos como cuando se cuida a un recién nacido en estado delicado. Por ello el término incubadora no es del todo desacertado. Señala el cuidado que por un largo lapso hay que tener con este tipo de programa. Es por ello que la tentación inmobiliaria es uno de los peligros que afrontan este tipo de desarrollo. Se debe, por tanto, preservar los objetivos del programa a como dé lugar a lo largo de su ejecución.
  9. Por último, pero no por ello menos importante, se debe evitar caer en el pesimismo ante el eventual fracaso de un proyecto en particular. Se puede afirmar que en ellos no puede estar presente semejante situación. Cualquiera sea el resultado siempre será mejor que la parálisis o no tener nada. Este tipo de emprendimiento siempre deja un fruto, tanto en lo material (unas instalaciones o unas empresas que sí prosperaron) como en lo intelectual (una capacidad fortalecida de pensar en problemas desde una universidad).

Agradecimientos: Los autores agradecen a Evalú Vásquez de Linares por el apoyo recibido en la recopilación y elaboración del material de apoyo de los casos presentados. Asimismo, reconocen el respaldo de Antonio Leone del SELA.

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