Luis F. Marcano González y Lorena García
Examinemos las condiciones y situación de los países de Latinoamérica. Se destacaranran, además, algunas de las iniciativas de este género y se extrae, también, el aprendizaje preliminar de estas iniciativas.
Los rasgos que definen el patrón de industrialización y desarrollo en Latinoamérica, como señaló Fajnzylber (1989) para la CEPAL y en nuestra opinión aún vigentes en términos generales, en lo fundamental han sido los siguientes:
A) Participación en el mercado internacional casi exclusivamente en la exportación de recursos naturales, la agricultura, la energía y la minería, junto a un déficit comercial sistemático en el sector de la industria manufacturera;
B) Estructura industrial diseñada para servir al mercado interno;
C) Aspiración a reproducir el modo de vida de los países industrializados;
D) Limitada valoración social de la función empresarial y precario liderazgo del empresariado nacional, público y privado, en los sectores cuyo dinamismo y contenido definen el perfil industrial de cada uno de los países;
E) Escaso desarrollo de la base científico-tecnológica endógena, combinada con una enseñanza superior centrada en las carreras blandas, de heterogénea calidad y orientada hacia funciones de integración cultural de masas.
En consecuencia, las empresas nacionales, en particular, son un eslabón débil dentro de la estructura industrial de los países latinoamericanos, en tanto que las empresas más fuertes, las multinacionales que operan en la región a través de diversas formas, tienden a poner escaso énfasis en las labores de I & D, prefiriendo importar tecnología y conocimientos y resolver los problemas más interesantes que deben enfrentar con sus equipos matrices de investigación y desarrollo experimental fuera del país. Este es el marco general en cuanto al aspecto industrial en la región.
Desde la década de los ochenta, en Latinoamérica, han prosperado, en mayor o menor grado, algunas iniciativas para desarrollar conglomerados de empresas de alta tecnología o de base tecnológica. Se han seleccionado los casos de Brasil, Chile, México y Venezuela como una manera de presentar los distintos matices que en la región ha tomado el tema. Se tiene consciencia de la existencia de otras iniciativas también relevantes, pero el objeto no es la de presentar todas las experiencias, sino más bien mostrar las modalidades, todavía tímidas, de presencia de lo que se ha dado por llamar parques tecnológicos o incubadoras de empresas de base tecnológicas.
El nacimiento de nuevas tecnologías ha estado ligado, en el caso brasileño, a la participación decisiva del gobierno, a través del financiamiento de proyectos movilizadores (relacionados con áreas consideradas estratégicas). Han sido proyectos espacialmente descentralizados que respaldan el poder político, estratégico y económico del Estado brasileño en los días actuales.
Tanto en los polos con estructura organizacional informal (São Jose dos Campos y Santa Rita do Sipacaí, por ejemplo), como en los que poseen una entidad coordinadora formalmente constituida (Curitiba, Campina Grande, Florianopolis y São Carlos, para citar algunos casos), las nuevas tecnologías han estado siempre presentes. Los polos de modernización tecnológica y núcleos asociados, han agregado esfuerzos en el sentido de transferir el conocimiento disponible en las instituciones de enseñanza e investigación para el conjunto de la economía.
Se puede afirmar que los sectores tradicionales también se han beneficiado de la vinculación entre las universidades y las empresas, más de forma diferente a lo que ocurre en los polos científicos y tecnológicos. Las raíces del problema son otras, y en las industrias tradicionales, las relaciones entre las empresas y las instituciones de enseñanza e investigación se hacen más conflictivas y menos intensas. Estos sectores, no fueron clasificados como estratégicos y quedaron al margen de los desarrollos de ciencia y tecnología, por voluntad propia o por deficiencia del gobierno en priorizarlos.
En un estudio realizado en el marco del Proyecto Universidad de São Paulo/COPPE/OEA: "Implementación de Parques Tecnológicos en América Latina", coordinado por el Programa de Administración en Ciencia y Tecnología (PACTo), fueron analizados los conglomerados de empresas de alta tecnología, entendiéndose por estos: "al nacimiento espontáneo, en una determinada área geográfica, de empresas que se caracterizan por el hecho de ser creadas por equipos de investigadores que, al participar en actividades de I & D, en universidades e institutos de investigación, absorben y dominan las nuevas tecnologías, así como también, perciben la existencia de mercados para nuevos productos o servicios que utilizarán aquellas tecnologías" (Dos Santos, 1987).
Los casos analizados en este estudio fueron: Región Metropolitana de São Paulo, Campinas, São Jose dos Campos y São Carlos. Los resultados del mismo permitieron desarrollar un modelo descriptivo de proceso de nacimiento y evolución del fenómeno estudiado. Dicho modelo está basado en cinco estadios de desarrollo por los cuales la formación de cada aglomerado recorre una trayectoria previsible.
Estadio I: Capacitación de recursos humanos asociados a la investigación de alta calidad. Esta capacitación tiene como principal mecanismo de apoyo, las inversiones públicas en la formación de recursos humanos y el desarrollo de la investigación básica, en particular en las instituciones de educación superior como las universidades.
Estadio II: Consolidación de áreas de investigación. Vencidas las turbulencias del primer estadio guiados por el liderazgo de un investigador, éste pasa a ser gerente de proyecto, se estructura así el área de investigación con el apoyo de inversiones públicas en investigación básica y aplicada.
Estadio III: Competencia en I & D. Surge aquí la figura del "project champion", que más que un gerente de proyectos, es un investigador que tiene competencia y sensibilidad para percibir y negociar con el mercado, descubriendo estrategias competitivas de transferencia de tecnología para el sector productivo.
Estadio IV: Creación de nuevas empresas de base tecnológica. Con el liderazgo del "project champion" surge una nueva empresa, la cual buscará competir en los nichos de mercado creados por las nuevas tecnologías emergentes que fueron desarrolladas en la fase anterior. Creada la empresa, surge el emprendedor que sustituye o se confunde con el "project champion". La empresa comienza a separarse paulatinamente de la institución de investigación hasta que deja de ser dependiente de la misma, tanto en términos tecnológicos como financieros.
Estadio V: Formación del conglomerado de empresas de alta tecnología. A partir del proceso de creación de la empresa, el cual es individualizado a nivel de cada grupo de competencia, ocurre un proceso natural de aglomeración, el cual conduce a la identificación de problemas comunes a las empresas. Surge una nueva figura, la del "líder político", a nivel de la micro región.
Este esquema es útil para identificar cómo se da el proceso de maduración de la transferencia del conocimiento a la producción de bienes y servicios. Sin embargo, puede ser interpretado de una manera lineal cuando el proceso es mucho más complejo en cuanto lograr el efecto de construir un ambiente innovador en la sociedad.
Las experiencias en curso en Brasil son todas muy recientes. Los primeros proyectos comenzaron en 1984, a través del programa de implementación de Parques del Consejo Nacional de Pesquisas (CNPq).
La distribución geográfica de los parques en este país, indica una preferencia a ciudades de porte medio (ya que las mismas presentan ventajas comparativas en relación a las grandes ciudades) para su localización, debiendo existir en la región una infraestructura de ciencia y tecnología compatible con las aspiraciones del proyecto.
Otros factores que han incidido en el nacimiento de iniciativas de parques en Brasil son: el interés de los segmentos de la sociedad en buscar un espacio en el panorama industrial del país, las facilidades de comunicación y de locomoción y la mayor viabilidad de obtención de áreas bien localizadas para el proyecto.
Chile ha pasado en pocos años de una economía protegida y dependiente del Estado, a una economía abierta a la competencia internacional y donde el Estado se reserva un rol subsidiario en las actividades económicas y un rol solidario con los sectores más pobres de la población.
El emprendimiento tecnológico chileno tuvo su origen vía "tiraje del mercado". Esto es la demanda por requerimientos tecnológicos que surge de la dinámica empresarial. Este proceso se inició en 1984, cuando la opción de abrir la economía y exportar se hizo definitiva. En el mercado internacional los empresarios chilenos han aprendido a competir no sólo con los productos tradicionales, sino fundamentalmente con productos y servicios nuevos para el país.
Las exigencias de competitividad se han traducido en requerimientos tecnológicos a ritmos crecientes que los empresarios han resuelto en buena medida, aún cuando la mayoría de las respuestas a dichos requerimientos no hayan sido encontradas en su país, sino por importación de tecnología.
Por otra parte, las instituciones de ciencia y tecnología que han sido utilizadas por el sector privado han generado muy poca respuesta, ya que ellas, parece ser, no han considerado apropiadamente sus requerimientos. El gobierno de Chile, como respuesta a esta situación, ha creado en los últimos años, mecanismos para fomentar el vínculo e interacción entre oferentes y demandantes de I & D, y articular, coordinar y financiar emprendimientos tecnológicos que produzcan innovaciones útiles para las empresas.
Diversas universidades chilenas han elaborado proyectos en relación a los temas de incubadoras de empresas y a parques tecnológicos. La Universidad de Chile y la Universidad de Santiago tienen proyectos en estudio. Las universidades porteñas (Universidad de Valparaíso, Universidad Católica de Valparaíso, Universidad Técnica Federico de Santa María) llevan a cabo negociaciones con la idea de implementar conjuntamente un parque tecnológico en la localidad.
Sin embargo, hay algunas experiencias. Entre ellas una experiencia importante de creación de empresas de base tecnológica en Chile, que merece ser destacada, la constituye la creación de una pequeña empresa por parte de la Universidad de Concepción, destinada a producir y comercializar hidroxilapatita macroporosa (producto usado en odontología). Se trata de un producto conocido sobre el cual ésta Universidad tiene clara ventajas de costos y calidad. No obstante, los resultados después de dos años en el mercado internacional, no han sido del todo alentadores.
La experiencia de la Fundación Chile, merece una atención especial en este punto. La Fundación Chile, creada a mediados de la década de los años setenta, es una entidad privada sin fines de lucro, especializada en la transferencia de tecnologías ya probadas en otros países. La misma, ha evolucionado significativamente desde que inició sus operaciones en 1976, adaptándose a las oportunidades que ha ido identificando.
La Fundación dispone de un patrimonio importante aportado por sus fundadores (cincuenta millones de dólares americanos), lo cual le confiere una autonomía que ha sido decisiva para su desarrollo, contando además con el apoyo del gobierno para resolver problemas propios de su operación.
Una de las características del modelo institucional de Fundación Chile, ha sido su fuerte especialización en los sectores de la economía seleccionados durante sus primeros años de operación, sobre la base de sus ventajas comparativas y competitivas, tanto de la institución como del país. Fundación Chile, aporta tecnologías y servicios a tres de los sectores de mayor dinamismo y potencial de crecimiento de la economía chilena: Agroindustrial, Forestal y Recursos Marinos.
La Fundación ha desarrollado y empleado con éxito un mecanismo que consiste en la creación de empresas comerciales demostrativas de las ventajas técnicas y económicas de una tecnología nueva, en un medio determinado, aún cuando ésta ya ha sido utilizada en otro país; lo cual resulta atractivo, por cuanto disminuye el riesgo al permitir al empresario observar la tecnología operando en su medio, antes de decidir invertir en ella (Cordúa, 1994).
Pero se trata aquí de una experiencia más bien de importación de tecnología que de promoción de empresas de base tecnológica. De esta manera se infiere que Chile a pesar de su alto desarrollo científico y empresarial tiene muy poca experiencia en materia de conglomerados de alta tecnología.
En México, la colaboración entre instituciones de I & D y empresas se encuentra en un estadio intermedio. Se están acumulando experiencias sobre educación continua, prestación de servicios y en mucho menor grado, licenciamiento y realización de proyectos bajo contratos. Por otra parte, existen experiencias exitosas de formas "superiores" de cooperación, pero éstas aún son bastante aisladas y se encuentran en etapas tempranas de desarrollo. Señalemos algunas de ellas.
El Centro para la Innovación Tecnológica (CIT), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), creado en 1983, es la iniciativa más completa de interacción universitaria con el sector productivo de México. Entre sus actividades fundamentales se destacan aquellas referidas a: creación de la red de núcleos de innovación tecnológica y a la promoción de nuevas estructuras para la vinculación.
El CIT promovió un proyecto de descentralización de las actividades de apoyo a la transferencia de tecnología, desde 1984, el cual consistió en crear una serie de pequeñas oficinas que comenzaron a operar directamente en dependencias universitarias con actividades de investigación tecnológica muy intensas. Así, fueron creados en ese mismo año, los núcleos de innovación tecnológica de las facultades de medicina y química, y de los institutos de investigaciones biomédicas e investigaciones de materiales. Con posterioridad se incorporaron a la red el Instituto de Biotecnología, la Escuela Nacional de Estudios Profesionales de Zaragoza y la Unidad Académica de Diseño Industrial. Estos núcleos son autónomos y han contribuido de manera importante a la cuota de tecnologías transferidas por la UNAM hacia el sector empresarial.
En relación a la promoción de nuevas estructuras de vinculación, el CIT ha promovido la creación de: Centro de Tecnología Electrónica e Informática (CETEI) conjuntamente con la Cámara Nacional de la Industria Electrónica y de Comunicaciones Eléctricas; y el Parque Tecnológico de Morelos e Incubadora de Empresas con Base Tecnológica: IEBT-CICESE y SIECYT-UNAM.
En México, existe apenas una incipiente experiencia en la creación de incubadoras, y sus resultados aún son muy limitados. La Incubadora de Empresas con Base Tecnológica, Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (IEBT-CICESE), corresponde al programa formal de incubación de empresas que tiene mayor tiempo operando en México (desde 1990). La orientación de los proyectos de la IEBT debe ser en preferencia para empresas en algunas de las siguientes áreas: electrónica, telecomunicaciones, óptica, opto-electrónica, biotecnología y alimentos, diseño mecánico, diseño asistido por computadora (CAD) y mecánica de precisión y servicios tecnológicos en geofísica, sismología y oceanografía.
Por otra parte, en el seno del CIT, ha surgido el Sistema Incubador de Empresas Científicas y Tecnológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (SIECYT-UNAM), creado en 1992, en instalaciones provisionales y que ha dado origen a cuatro empresas de base tecnológica.
La experiencia de este país en esta materia tiene dos aspectos importantes que destacar. En primer lugar, se encuentran las iniciativas de modalidades empresariales y de vinculación con el entorno promovidas desde las universidades. Y, en segundo lugar, las decisiones y acciones del gobierno central en la promoción de conglomerados de empresas de base tecnológica, a través de la figura de parques tecnológicos.
En lo que se refiere a las experiencias de creación de empresas de base tecnológica desde las universidades, estas datan desde principios de los años ochenta. La Universidad Central de Venezuela UCV fue pionera en este aspecto. En 1984 se fundó la primera empresa de esta naturaleza en este país: Tecnidec, promovida por la Fundación UCV y la propia UCV (Marcano, 1985). Es importante señalar que años antes se habían creado empresas en las universidades venezolanas (en particular, en la Universidad de los Andes), pero ellas tenían carácter de empresas rentales y no de base tecnológica. En la actualidad, la UCV posee una docena de empresas de esta naturaleza y han aparecido otras modalidades empresariales con participación de los investigadores en la estructura accionaria. A la empresa universitaria le toca aún un largo camino por recorrer y múltiples obstáculos que sortear, sobre todo en los campos financieros y culturales dentro y fuera de la universidad.
Otras universidades han seguido el ejemplo de la UCV, pero utilizando otras modalidades. Los casos más resaltantes son los de la Universidad Simón Bolívar (USB) y de la Universidad de los Andes (ULA). La primera ha creado una fundación para promover la prestación de servicios y la realización de proyectos de I & D para el entorno social y económico y, además, ha promovido con respaldo del Estado la fundación de un parque tecnológico en el área de Sartenejas, aledaña a la capital del país. Por su parte, la ULA ha desarrollado iniciativas de empresas y parque en la zona occidental del país, en particular en Mérida. Destaca en esta última la existencia del CITEC que, funcionando desde hace pocos años (1991), ha logrado penetrar lentamente el mercado de equipamiento médico quirúrgico para intervenciones de traumatología.
Las necesidades de recursos frente a la crisis económica, ha obligado a otras universidades del país, en particular a las públicas, a generar modalidades más o menos similares de búsqueda de mecanismos para la generación de ingresos adicionales al presupuesto asignado por el Estado para su funcionamiento. Sin embargo, estas iniciativas no han sido promovidas, en forma consciente, para la constitución de empresas destinadas a explotar los resultados de I & D. Más bien han aparecido como un camino para utilizar la capacidad ociosa en la prestación de servicios utilizando el personal disponible (de alto nivel y con experticia), pero con poca consciencia de su potencialidad para generar empresas de base tecnológica.
En cuanto a las decisiones del gobierno en la promoción de parques tecnológicos, la iniciativa data de 1989. El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT) viene promoviendo y dando respaldo institucional a la creación de esta modalidad de conglomerados empresariales. El CONICIT, ha utilizado la capacidad e iniciativa de las universidades para promover esta figura en el país, pero con poca y desigual intensidad. La participación empresarial ha sido escasa y sólo se ha logrado interesar a las autoridades locales y estadales de las áreas geográficas donde han aparecido los parques. La experiencia es, también, todavía incipiente y la evaluación realizada sobre el particular no es concluyente (Seaton y Pittaluga, 1995).
La dificultad a corto plazo, que tienen todas estas iniciativas es la no existencia de la figura institucional de capital de riesgo. Desde la desaparición del Fondo para la Innovación Tecnológica (FINTEC), en apariencia por la falta de demanda de los créditos que éste ofrecía, no se dispone de ninguna modalidad formal para la financiación de empresas de base tecnológica. Sólo el propio CONICIT, a través de su Dirección de Fomento Tecnológico, ofrece financiación limitada a estas iniciativas. Pero, además, con poca compresión conceptual sobre el tema.
El otro aspecto que se debe destacar de la experiencia de este país es el poco ambiente que existe para valorar estas iniciativas. Esto sucede más bien por desconocimiento social del potencial del conocimiento científico y tecnológico en la generación de empresas innovadoras y de beneficios económicos.
De la situación y experiencias de Latinoamérica podemos extraer algunas enseñanzas importantes. Ellas pueden ser presentadas en cuanto a la asimilación del modelo, al papel del Estado, de las universidades, de la financiación, de la organización social y del tiempo transcurrido. En todos estos aspectos hay un aprendizaje importante, a pesar de lo limitado de las experiencias existentes.
El primer aprendizaje es el relativo a la asimilación precaria, del sentido y concepto de la empresa de base tecnológica y de los conglomerados que las agrupan (parques, tecnópolis, etc.). Como sucede el traslado de las experiencias de los países industrializados a los nuestros ha sido incompleta y en cierto sentido deformada. Un indicador ha sido que, con la excepción de Brasil, pocas son las reflexiones teóricas en esta materia. Otro indicador es el poco peso que han tomado a nivel social este tipo de iniciativas.
En lo que se refiere al papel del Estado, la situación descrita muestra que la voluntad política para emprender este tipo de desarrollo, a pesar de estar presente en algunos casos, es aún limitada. Las ideas dominantes sobre industrialización que tienen los gobiernos de la región, tanto a nivel central como local, corresponden a modelos de etapas anteriores y superadas del desarrollo del sistema capitalista. La promoción de inversiones, sobre todo de origen extranjero, en industrias tradicionales es el denominador común de casi todos los discursos y deseos de los dirigentes de la región . Como se ha visto en todos los casos de los países industrializados la intervención del Estado en diferentes formas ha sido constante. Sin embargo, en lo que se refiere al respaldo del Estado a la I & D, este se ha mantenido a través del tiempo pero con poca intensidad (situación que se repite en todos los países de la región).
Las universidades han asumido un papel activo, pero aún tímido, sobre la promoción de iniciativas empresariales de nuevo tipo. Un aspecto que ha frenado este tipo de iniciativas en las universidades de la región, es la actitud las comunidades académicas que enfrentadas a situaciones de dictaduras en unos casos o tratando de imitar situaciones de otras latitudes han tenido una actitud anticapitalista y socializante. Sin embargo, se puede afirmar que últimamente han sido las únicas instituciones en instuir el valor y el potencial del conocimiento disponible. Pero lo que es importante es poseer este conocimiento acumulado. Sin él no se puede promover iniciativas exitosas en esta área. El crecimiento de las actividades de investigación y desarrollo es aún limitado en la región.
La totalidad de la financiación de las escasas iniciativas han provenido del Estado. La figura del capital de riesgo ha estado ausente de forma institucional. Por tanto, las pocas empresas innovadoras no han sido alimentadas con capital. Son pocas las cosas que se pueden hacer ya que las limitaciones impuestas por las deudas nacionales y las crisis económicas que viven los países de la región dejan muy pocas posibilidades de destinar importantes recursos propios a estas actividades. Una salida puede ser echar mano a préstamos de los organismos multilaterales para financiar estas actividades y, en particular, las referidas al fortalecimiento de la capacidad de investigación científica y tecnológica local.
En esta área la situación es nula en casi todos los casos. Los actores sociales son escasos y poco preparados para la innovación. En particular, los empresarios son pocos dados, en general, a correr riesgos alrededor de las actividades innovadoras. El nivel cultural y educativo de la población es aún bajo en los países de la región a pesar de que nuestros países se han convertido en exportadores netos de personal de alto nivel a los países de mayor desarrollo.
El último factor a considerar es el tiempo. En realidad todas las experiencias de la región son de reciente data. Sí a ello se añade el relativo poco respaldo que han tenido, es prematuro concluir sobre el éxito o fracaso de las mismas. Lo importante es que ellas se han iniciado y sí se impulsan podrán dar sus frutos a mediano y largo plazo. Como ya se ha señalado la región latinoamericana no ha sido ajena a las iniciativas en torno a la creación de figuras innovadoras del tipo parque tecnológico, de ciencia o incubadoras de empresas de base tecnológica. Aparte de las experiencias de los países descritas en el punto anterior, se conocen, además, acciones para instalar y desarrollar esta nueva modalidad de conglomerado industrial en otros países de la región. Casos como los de Cuba o Costa Rica, entre otros, se podrán agregar a un estudio más amplio sobre el particular.