Espacios. Vol. 18 (1) 1997

Etapas del discurso ambiental en el tema del desarrollo 2/3

Phases of the environmental discourse on the development subject

José Miguel Cruces H.


El Club de Roma y sus consecuencias

Es indudable que entre los organismos o individualidades que se aprestaron al análisis de la situación, tal vez el que mayor impacto produjo fue el Ilamado Club de Roma. Aparte del sesgo ideológico o de intereses de grupo que pudiera entrañar -lo cual le agenció no pocas críticas- es indudable que sus informes marcaron un hito en la denuncia y en la búsqueda de alternativas de manejo de los factores del desarrollo.

El Club de Roma buscaba en general definir las perspectivas de la humanidad, a largo plazo, y en base a ella evaluar las políticas alternativas; para esto decidió construir un modelo mundial basado en las técnicas desarrolladas por el profesor J. Forrester (MIT), en función del estudio de los sistemas industriales complejos. Las conclusiones de este trabajo apuntan a alertar sobre las posibles consecuencias de continuar las tendencias actuales de crecimiento de la población mundial, de la industrialización y sus consecuencias, y de la producción de alimentos y agotamiento de los recursos. A la vuelta de cien años, de continuar esta tendencia -decían- el planeta alcanzaría los límites del crecimiento, por lo cual sería necesario establecer unas normas de estabilidad ecológica y económica que pudieran ser mantenidas por mucho tiempo de cara al futuro (Tamames, 1983).

En tal sentido les corresponde el primer lugar en eso de promover una crítica –moderada -del modelo de desarrollo capitalista -como dice De La Cruz (1987)- desde el capitalismo. En todo caso hay una gran sincronía entre este hecho (1968), las palabras de Nixon (1970) y la reunión mundial que promueven las Naciones Unidas (Estocolmo,1972); o lo que es lo mismo, hubo una aparente confluencia de intereses para promover casi simultánea o diacrónicamente, una serie de eventos, con un fin aparentemente común. Es allí donde se ubica la pregunta del por qué se denuncia precisamente en esa época y no en otra anterior, siendo que el problema ya era grave en fechas previas.

Dada la repercusión mundial que este grupo y sus informes causaron, muchos fueron los autores que participaron de una intensa polémica en torno a los lineamientos básicos a11í propuestos. Algunos de estos críticos -incluso- a través de las flaquezas de la propuesta, justifican sus posiciones ideológicas, tanto desde la perspectiva socialista como capitalista. Un buen ejemplo lo constituye la opinión de un pensador latinoamericano de excepción, tal es el caso de Oscar Varsavsky para quien estos planteamientos no eran otra cosa que "... parte de la campaña de terrorismo mundial liderada por Estados Unidos (...); los grandes problemas de la humanidad actual sólo podrán resolverse transformando la sociedad a través del socialismo" (en: Furtado y Varsavsky, 1976). Empero, es inobjetable que esta iniciativa, auspiciada por intereses de las compañias transnacionales, propició el inicio de la consideración de la cuestión ambiental en el marco de la teoría del desarrollo, aspecto éste que hasta ese momento había sido muy poco previsto. En ese sentido es indudable que los planteamientos han tenido un innegable valor heurístico y seguramente a11í estuvo su verdadera importancia.

El organismo internacional que prácticamente "tomó el guante" lanzado por el Club de Roma y que además se hizo por largo tiempo depositario -aún lo hace- de estas inquietudes ambientales, ha sido indudablemente el de las Naciones Unidas. Son varios los organismos subsidiarios de la ONU y múltiples los programas, proyectos y eventos promovidos desde su seno. Aún hoy existen expresiones muy serias de la preocupación que alberga en la búsqueda de básicamente- formas de mitigar los efectos nocivos que sobre el ambiente provoca el modelo vigente de desarrollo. Estas manifestaciones, unidas a las que otros grupos o individualidades han propuesto, conforman un verdadero "dossier" en torno a la problemática ambiental. Entre 1972 (Estocolmo) y 1992 (Río), han sido muchos los aportes que ha desplegado este organismo multilateral en pro del ambiente, fundamentalmente a través de sus organismos FAO, PNUMA y PNUD.

El modelo Bariloche

Una de las críticas a los planteamientos del Club de Roma más cercanas a nuestro interés regional, la hizo un notable equipo de intelectuales latinoamericanos, quienes -a sugerencia de una reunión realizada en Río de Janeiro- diseñó un modelo alternativo a dicha perspectiva. Entre los rasgos fundamentales de esta propuesta, se observaban: a) se persigue una sociedad mundial igualitaria(...); b) la producción estará regida exclusivamente por las necesidades humanas y no por la ganancia; c) amplia capacidad de sustitución de capital por mano de obra; y d) se aspira a la construcción de una sociedad no consumista, o que el consumo no sea un valor per se (Herrera, 1976).

Este modelo, cuyo valor intrínseco se ubica precisamente en ser una alternativa opuesta a la propuesta por el Club de Roma, entraña sin embargo fuertes críticas. Entre otras, al exagerado valor que se le asigna a los factores sociopolíticos; H. F. Mansilla (1987), desde una postura claramente ideológica, considera que este modelo quiere probar que los límites del crecimiento están dados por factores políticos y socioeconómicos y de ninguna manera por la finitud de los recursos naturales. Asimismo, afirma que al contrario del Club de Roma, los autores del modelo Bariloche colocan normas políticas al comienzo mismo del trabajo analítico, proclamando que su postulado es: "unilateral, conscientemente político y consecuentemente socialista". Empero, Teitelbaum (1974), es de la opinión de que esto era de esperarse, por cuanto que la crítica principal que el grupo latinoamericano hizo al modelo del MIT, fue precisamente que éste dejaba de lado el factor sociopolítico, es decir, que estaba elaborado partiendo de la inmutabilidad del orden social vigente, quedando así como constantes todas las variables sociales.

No obstante, críticas aparte, la propuesta latinoamericana ha sido uno de los más valiosos aportes a esta discusión en tanto que introduce, como actor principal, a un aspecto del cual se habían cuidado de tratar las anteriores propuestas. Para los proponentes del modelo Bariloche, no puede dejarse afuera la variable sociopolítica, precisamente una de las de mayor peso a la hora de diseccionar el problema ambiental.

El Ecodesarrollo

Entre los hechos concretos resultantes de la polémica suscitada por los planteamientos del Club de Roma, surgió otra propuesta que, al decir de Enrique Leff (1978), era la bandera de una lucha contra las concepciones unilaterales de dicho Club y sus adeptos, "...batalla que se libra por la creación de un nuevo orden mundial en el campo de la diplomacia internacional". Este planteamiento es el ecodesarrollo, cuyo vocablo resume -etimológicamente- su propósito, es decir, la incorporación de los principios ecológicos del funcionamiento de la naturaleza, en los planes de desarrollo, o dicho en otros términos, la incorporación de la "dimensión ambiental" en la planificación del desarrollo.

El término ecodesarrollo fue utilizado por primera vez por Maurice Strong, para entonces director ejecutivo del PNUMA (1973), cuando se celebraba la primera reunión de dicho Programa en Ginebra. La elaboración y difusión internacional de este planteamiento se le debe, no obstante, a Ignacy Sachs. Entre los elementos más sobresalientes que este autor precisa, están: 1) el esfuerzo -en cada ecoregión-- debe dirigirse al aprovechamiento de los recursos específicos para satisfacer las necesidades fundamentales de la población en materia alimentaria, de alojamiento, salud y educación, evitándose los nefastos efectos de demostración de las pautas de consumo de los países ricos; 2) como el hombre es el recurso más valioso, el ecodesarrollo debe contribuir ante todo a su realización; [...] 5) En las regiones tropicales y subtropicales en particular, pero también en otras partes, el ecodesarrollo se apoya en la capacidad natural de la región para la fotosíntesis en todas sus formas; [...] 7) el cuadro institucional para el ecodesarrollo no podría definirse de una vez por todas sin tomar en cuenta la especificidad de cada situación (Clinton, 1976).

Como se observa, el discurso del ecodesarrollo parece promover un estilo de desarrollo distinto, alternativo al modelo vigente asimilado desde los países del centro hegemónico. Empero, su permeación al interior de los agentes dinámicos de la sociedades a las cuales iba supuestamente dirigido, los países del Tercer Mundo -por lo cual se asume que tenía un evidente contenido político- no se dio como se esperaba. En todo caso surtió un efecto contrario, es decir, creó confusiones que se prestó a suspicacias por parte de varios científicos hacia las posibles "trampas" del ecodesarrollo (Leff, op. city. Las contradicciones se basaban precisamente en que por un lado se presentaba como una estrategia de adaptación del sistema capitalista a las condiciones socio-culturales y ecológicas de ese Tercer Mundo y por el otro, incorporaba, como hemos señalado, propuestas que implican una lucha frontal contra el sistema capitalista.

La ambigüedad en el planteamiento, parece de otro lado, tener su base en la fuente proponente, las Naciones Unidas, organismo que no logra deshacerse totalmente de su madeja de intereses para tomar una posición concreta ante este y tantos otros problemas. Aunque no es una propuesta totalmente agotada o en total desuso, ha sido silenciada relativamente en el discurso ambientalista del desarrollo. Muchos de sus promotores y/o defensores se han plegado a otras tesis, a pesar de que suscribieron -en su tiempo- los planteamientos del ecodesarrollo con relativa intensidad.

El nuevo punto de inflexión

La preocupación por la cuestión ambiental en algunos de los medios promotores del desarrollo económico, ha venido creciendo de un modo notable; de una posición aparentemente ajena, insensible y seguramente cómplice del enorme impacto sobre los ecosistemas, se nota una explícita atención por los problemas ambientales. En ese orden de ideas, el BID proponía, en 1989 "...la creación de un fondo que pondría a disposición de América Latina y el Caribe nuevos recursos para proyectos de conservación del medio ambiente (...) tanto de carácter preventivo como curativo" (BID, 1989). Ello, en esencia, era una muestra de una estrategia mundial de los países industrializados relativa al tema, en razón al crecimiento logarítmico del impacto ambiental a partir de la década de los años ochenta.

A juicio de Sunkel (1990), esta nueva prioridad de la temática ambiental tenía tres razones básicas. De una parte la extrema gravedad de los problemas ambientales, a nivel local, nacional, regional, continental y mundial, y la inusitada aceleración en intensidad y magnitud con que se manifiestan esos problemas y sus consecuencias. De otra parte, la estrecha interrelación entre los fenómenos locales y globales, o lo que él llama, la internacionalización de la problemática ambiental. La tercera razón, a la cual da mucha importancia, la asocia a la extraordinaria reacción cultural, social y política ante los fenómenos ambientales, y su irradiación multinacional y a todas las capas sociales. Similar apreciación han tenido Viola y Leis (1990), lo cual los llevó a concluir que 1988 fue un "...punto de inflexión en la percepción del desorden global de la biósfera"; vale decir, percibían -discursivamente, al menos- una mayor preocupación mundial por el problema ambiental.

La discusión acerca del desarrollo se ha agudizado en los últimos años, no tan sólo debido a sus evidentes efectos sobre el ambiente natural y sobre el ambiente físico creado por el hombre en su proceso civilizatorio, sino además, por la inducción de desequilibrios en las relaciones sociales entre los distintos grupos humanos que conforman la sociedad. Es notable, en este sentido, la preocupación mostrada -por lo menos en el papel, y a pesar de los intereses que representan- por organismos como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Los Informes sobre el Desarrollo Mundial (publicación anual del Banco Mundial), de los años 1990, 1991 y 1992, están dedicados a la pobreza y el desarrollo, la tarea acuciante del desarrollo, y desarrollo y medio ambiente, respectivamente. De igual manera, el BID, en su ámbito americano y muy especialmente latinoamericano, constantemente está incidiendo en la preocupación por los desequilibrios sociales y ecológicos inducidos por el desarrollo. De otro lado, el PNUD, organismo dependiente de las Naciones Unidas que se ocupa del tema del desarrollo, introdujo, a finales de la década de los ochenta, el concepto de Desarrollo Humano, (PNUD, 1990), tras el cual intentó permear el enfoque tradicional del desarrollo en una dimensión más humana del mismo. Uno de los aportes más significativos de este nuevo enfoque es la creación del Índice de Desarrollo Humano (IDH), el cual representa una alternativa ante el indicador universal de desarrollo, el PNB, que considera las carencias de la sociedad antes que el crecimiento económico en sí mismo. Esta es una nueva versión del ya conocido indicador Bienestar Económico Neto (NEW, siglas en inglés), propuesto por Paul Samuelson a propósito de los desequilibrios sociales y ecológicos observados en el enfoque economicista del desarrollo (Tamames, 1983).

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