ISSN-L: 0798-1015 • eISSN: 2739-0071 (En línea) - Revista Espacios – Vol. 42, Nº 17, Año 2021
LARREÁTEGUI, Carlos A. et al. «Esencia y relevancia de la misión para la gobernanza de la universidad
privada»
El tránsito ha sido caracterizado desde la primera misión de las universidades,por la difusión del conocimiento
como instrumento de animación individual, más que como herramienta para satisfacer las necesidades sociales;
la segunda misión, por la inclusión de la investigación, lo que constituyó una revolución académica. Después de
dos siglos de “decadencia”, donde la universidad no fue capaz de enfrentarse a los cambios y estuvo relegada a
un papel marginal; en el siglo XIX evolucionó a una nueva clase de institución; conservó rasgos de su precursora
medieval, incorporó metodologías de investigación científica, desarrolladas previamente en el siglo XVIII por las
sociedades académicas. Durante este periodo resurgieron las universidades como instituciones dedicadas a la
producción de conocimiento y predominó la idea de una universidad orientada hacia la investigación. La inclusión
de la investigación, vinculada con la reforma alemana, de principios del siglo XIX, marcó el fin de la universidad
medieval y el inicio de la universidad moderna (Wittrock, 1996).
En los años 60 del siglo pasado se formuló la idea de la “tercera misión”. La evolución tecnológica fue el factor
determinante para que la sociedad demandara nuevas prácticas, generar e impulsar la “economía del
conocimiento” a la institución universitaria. Las universidades empezaron a desarrollar la tercera misión,
producir conocimiento aplicable, promover la innovación, formar y reciclar profesionales cualificados, valorizar
la investigación y fomentar proyectos emprendedores o de desarrollo territorial en colaboración con el resto de
agentes del sistema económico” (ACUP, Asociación Catalana d'Universitats Públiques, 2008).
El conocimiento dejó de ser un fin en sí mismo; para convertirlo en un valor de impulso a la economía desde la
propia institución universitaria; sustentado en conceder a los productos intangibles un valor intelectual y
económico para la sociedad, hasta ese momento ignorado en las economías. Lo que demandó formar perfiles
creativos y derivar el acceso a la cultura, la ciencia y la tecnología. La universidad se ha convirtió en un elemento
activo de y para la sociedad.
A finales de los años noventa se consolidó el concepto de “emprendimiento” y de “universidad emprendedora”
(Clark B. R., 1998), se consideró a la institución universidad como “agente de la triple hélice: administración,
academia y empresa” (Etzkowitz & Leydesdorff, 1997). Este rol de la universidad comprometió nuevos marcos
de actuación para los gobiernos de las universidades y en la definición de la misión.
Fomentar el emprendimiento y la innovación no es únicamente responsabilidad de la universidad, sino también
de la sociedad; de las organizaciones, empresas e industrias, y del Estado para no limitar ni obstruir la articulación
entre los diversos actores involucrados. Cualquier política y herramienta dirigida a fortalecer la tercera misión
debe contar con una aproximación entre la universidad, la sociedad y la empresa, que son, al mismo tiempo,
quienes demandarán los productos como resultado de su desarrollo e implementación.
Basada en esta integración , Ruiz Corbella, (2019, pág. 15) destacó la relevancia de la misión de la universidad al
articular la docencia, la investigación y la transferencia de conocimientos a la sociedad. Estos resultados devienen
áreas clave para la gestión de la institución,
“Está claro que la misión de la universidad debe conjugar la docencia y la transmisión de la cultura, junto
con la investigación, la transferencia del conocimiento y la dimensión social de esta institución. A lo largo
de las últimas décadas se ha dado más relevancia a la investigación, a la transferencia del conocimiento,
a la innovación dirigida al desarrollo económico de las naciones que, a la docencia, a la dimensión social,
o a la transmisión de la cultura. No es cuestión de ver si damos prioridad a una u otra misión, sino de
desarrollar todas ellas de forma equilibrada y convergente; sin la relación profesor-alumno, la
Universidad deja de serlo, pero sin la creación de nuevos conocimientos a través de la investigación, no
es Universidad”