ISSN 0798 1015

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Vol. 40 (Nº 2) Año 2019. Pág. 6

La importancia de la educación financiera para niños en edad escolar

The importance of financial education for children in school age

Marie Odile GAMBOA Peña 1; Cesar Augusto HERNÁNDEZ Suarez 2; William Rodrigo AVENDAÑO Castro 3

Recibido: 27/07/2018 • Aprobado: 16/11/2018 • Publicado 21/01/2019


Contenido

1. Introducción

2. Metodología

3. Resultados

4. Conclusiones

Referencias bibliográficas


RESUMEN:

Se describen los saberes apropiados por niños en edad escolar respecto de temas básicos financieros. Corresponde a un estudio cuantitativo, no experimental y descriptivo con una muestra de 90 estudiantes de básica primaria de una institución educativa pública. Se utilizó una encuesta validada mediante juicio de expertos que incluyó temas financieros básicos internacionalmente aceptados. Se observan escasos conocimientos de los participantes en los temas financieros y se recomiendan mejoras curriculares para la inclusión de este campo en la formación.
Palabras clave: educación, educación financiera, decisiones financieras, habilidades, competencias

ABSTRACT:

Describes the appropriate knowledge for children of school age regarding basic financial issues. It corresponds to a quantitative, non-experimental and descriptive study with a sample of 90 elementary school students from a public educational institution. A validated survey was used by expert judgment that included basic financial topics internationally accepted. There is little knowledge of the participants in the financial topics and curricular improvements are recommended for the inclusion of this field in the training.
Keywords: education, financial education, financial decisions, skills, competencies

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1. Introducción

En una sociedad marcada por la globalización, el consumo, los medios de comunicación, el aumento exponencial de información, el uso cada vez mayor de las redes sociales, el intercambio económico y comercial, y el flujo de bienes y servicios, las capacidades y habilidades de los individuos para el manejo adecuado de situaciones financieras se convierte en una urgente necesidad. Por su parte, las entidades financieras y los Estados buscan que la población logre acceder a los servicios financieros, pero pocos esfuerzos se destinan para que las personas desarrollen capacidades financieras que les permita actuar de manera adecuada en ambientes donde las decisiones en esta área resultan fundamentales. Lo financiero juega un papel predominante en las economías y los individuos por su incidencia en el bienestar y la calidad de vida (Tafur, 2009), y como lo afirma Arrubla (2016) temas como el crédito, la inversión, la tasa de interés, entre otros, suelen ser “totalmente desconocidos por parte de los ciudadanos promedio” (p. 100) pese a que deben tomar decisiones relacionados con estos campos que afectan su consumo y ahorro.

Hoy se concibe al ciudadano como un sujeto social interrelacionado -casi que necesariamente- con las tendencias de la sociedad global actual. De allí se impone en el imaginario colectivo social el buen manejo de las finanzas personales como un desafío común y se plantea el reto de conocer cómo funciona el sistema financiero y de aprender a usar correctamente las múltiples herramientas en esta área. A nivel mundial, en la misma proporción en que los servicios y productos financieros se han tornado más diversos y complejos, la educación financiera ha cobrado mayor importancia para que las personas se desenvuelvan con acierto dentro de un abanico de opciones disponibles que antes ni se imaginaba.

Debido a lo anterior, resulta fundamental que las personas tengan un conocimiento básico y esencial que les permita desempeñarse adecuadamente frente a situaciones en las que se requieren habilidades financieras. Su importancia radica en la relación directa que hay entre bienestar humano e inteligencia financiera (Raccanello y Guzmán, 2014; Andaluz, 2014; Blanco, 2015), y por ello, la educación financiera se convierte en un tema que debe ser considerado en las escuelas para que se incluyan procesos formativos que conlleven a que los sujetos desarrollen y fortalezcan aquellas capacidades asociadas a la toma de decisiones en cuanto a la administración de los recursos económicos. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -OCDE- (2005) la educación financiera corresponde a un proceso que tiene por objetivo, por un lado, el desarrollo de la comprensión de conceptos y fenómenos de naturaleza financiera, y por otro, la adquisición y fortalecimiento de habilidades para la evaluación de riesgos y oportunidades financieras que le permita a los sujetos la adopción de decisiones adecuadas en este campo.

La educación constituye un dispositivo de socialización y reproducción de la cultura (Avendaño y Parada, 2011), es decir, un mecanismo institucionalizado a través del cual se transmiten saberes formales y no formales valorados por la sociedad. Entonces, se infiere que los saberes y habilidades en materia financiera hacen parte de ese amplio bagaje científico y técnico que se requiere en la actual sociedad, y, por tanto, apreciados en términos de socialización. Las escuelas desde esta perspectiva están llamadas a incorporar de manera transversal los temas financieros en la formación de los escolares siguiendo criterios de complejidad y abstracción conforme a la edad y el grado de formación.

Sin embargo, la realidad muestra que en las escuelas la educación financiera no se proyecta como un tema prioritario que abone a la estructuración del currículo y los planes de estudio, y por tanto, se excluye como elemento enriquecedor de la formación integral. En el contexto colombiano, la formación técnica para el desarrollo del emprendimiento y el fortalecimiento de las competencias laborales incluye algunos aspectos de la educación financiera dentro de la oferta educativa para los últimos grados (décimo y once de educación media), aunque no es tangible como se incorpora la educación financiera en los demás grados escolares, especialmente, básica primaria donde ya se tienen fortalecidas algunas habilidades lógico-matemáticas y que sirven de base para la formación financiera.

Evidencia de los bajos logros en el campo de la formación financiera son los resultados en pruebas internacionales y la ausencia de una política educativa destinada a este fin. En efecto, resultados recientes de las Pruebas Pisa muestran que Colombia en el 2014 ocupo el último lugar en una lista de 18 países en la evaluación relacionada con conocimientos de los estudiantes sobre la gestión de cuentas y tarjetas bancarias, la planificación de sus finanzas, la comprensión de los riesgos, intereses o impuestos y temas relacionados con sus derechos y deberes como consumidores. A partir de estos resultados, se tramitó un Proyecto de Ley para crear la “Cátedra de Educación Financiera en la Educación Básica y Media en Colombia” (Congreso de la República, 2014, 30 de julio), aunque no se ha expedido ley alguna que permita establecer y reglamentar la catedra allí mencionada.

Por otro lado, en el año 2014 el Instituto Colombiano de Fomento a la Educación Superior (ICFES) ha integrado a la Prueba Saber 9º el área de Educación Económica y Financiera. Pero si bien esto obedece a los requerimientos del Ministerio y a la homologación con las pruebas PISA, deja de plano un conflicto debido a lo que se evalúa con lo que se enseña. En efecto, las competencias y conceptos en esta área no son abordados en ninguna de las áreas establecidas dentro del currículo, quedando así los estudiantes expuestos a ser evaluados en conocimientos a los cuales no han tenido acceso.

Y es que han sido pocos los esfuerzos por incorporar de manera definitiva y específica la educación financiera dentro de los currículos de las instituciones educativas pues tan sólo se han implementado algunos programas como el de Educación Económica y Financiera (PEEF) producto del convenio entre el Ministerio de Educación Nacional y Asobancaria en el 2012 (Ministerio de Educación Nacional, 2014)  y que tuvo por objetivo “fomentar el pensamiento crítico en los niños, niñas, adolescentes y jóvenes mediante el desarrollo de saberes, habilidades, actitudes y valores que les ayude a reconocer, comprender, analizar y decidir responsablemente frente a fenómenos económicos y financieros presentes en su cotidianidad” (Ministerio de Educación Nacional, 2013, p. 85).

Sin duda, esto no corresponde a una política pública educativa o a un lineamiento de orden estatal para el direccionamiento de la educación financiera en todas las instituciones educativas. Por el contrario, corresponde a una acción aislada que en términos de impacto no resulta significativa para el problema observado, lo mismo que la solicitud hecha por el Ministerio de Educación al ICFES en el 2014 para el diseño y construcción de una prueba de Educación Económica y Financiera con miras a establecer el nivel de alfabetización de los estudiantes del grado noveno de la educación básica en temas financieros.

La educación financiera en Colombia es un ‘talón de Aquiles’ debido a que nunca se le ha dado la relevancia que amerita como conocimiento fundamental del ejercicio de la ciudadanía. Y por ello, resultan fundamentales los resultados de esta investigación que se presenta y que tuvo por objeto indagar por los saberes de estudiantes de básica primaria de una institución educativa pública de la ciudad de Pamplona (Colombia) en torno a temas financieros como el ahorro, la inversión, los créditos, y otros aspectos que formarían parte de la educación financiera, y a partir de ello, hacer recomendaciones para la incorporación de la educación financiera dentro del currículo de la institución educativa donde se adelantó la investigación.

1.1. Marco teórico

La formación financiera constituye un ámbito de reflexión reciente para las escuelas y los actores educativos. A mediados de la primera década del siglo 21 la educación financiera ingreso a la agenda política y privada, configurándose en un asunto prioritario lo que muestra la importancia del tema. De acuerdo con Domínguez (2015) la educación financiera surge desde la misma concepción de ciudadanía en el sentido de que toda persona es sujeta de derechos y deberes, y con el origen de la universalidad como atributo de la ciudadanía se empieza a alabar la educación financiera como aspecto básico de ese ejercicio público, es decir, como requisito básico que puede fomentar un mejor desempeño de los derechos y deberes.

Con la crisis económica del 2007 que alcanzó su punto más alto en el 2008 se ha promocionado y abanderado iniciativas desde el ámbito internacional para el fortalecimiento de una cultura financiera para la adecuada toma de decisiones de las personas en este campo. Tres motivos explican la importancia otorgada a la educación financiera: “i) la constatación de su insuficiencia generalizada entre la población; ii) la complejidad de los mercados y productos financieros; iii) la atribución de importantes ventajas individuales y sociales a la extensión de la cultura financiera entre la ciudadanía” (Domínguez, 2015, p. 3). Pero también se realza la importancia de la educación financiera en la medida que contribuye a tener ciudadanos más informados y responsables que colaboran en el buen funcionamiento del mercado financiero a partir de las acciones de control y regulación (Tejada, 2014).

La educación financiera se relaciona de manera directa con el buen manejo del dinero pues la mayoría de los autores en la literatura al respecto expresa que la formación financiera tiende a la transmisión de saberes, habilidades y actitudes requeridas para el desarrollo de buenas prácticas sobre el dinero, la generación de ingresos y la mitigación de riesgos (Andaluz, 2014). La OCDE (2013) interpreta la educación financiera de la siguiente manera: “proceso mediante el cual los individuos adquieren una mejor comprensión de los conceptos y productos financieros y desarrollan las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas, evaluar riesgos y oportunidades financieras, y mejorar su bienestar” (p. 26). Por otro lado, Domínguez (2013) indica que se trata del “proceso a través del cual los usuarios financieros mejoran su comprensión de los productos, conceptos y riesgos financieros, desarrollan habilidades para ser más conscientes de los riesgos y oportunidades financieras, realizan elecciones informadas y adoptan acciones para mejorar su bienestar financiero” (p. 5).

Una palabra parece resaltar en las definiciones sobre educación financiera: comprensión/comprender. La comprensión implica un saber superior sobre el mundo y los fenómenos, pues esta se construye a partir de teorías o conocimientos validados, representaciones mentales que permiten la predicción o control de los procesos, y la orientación de las propias acciones con éxito: “comprender es contar con una buena teoría” (Escobedo, Jaramillo y Bermúdez, 2004, p. 529). En ese orden, la educación financiera tiende al desarrollo de esa comprensión, es decir, al fortalecimiento de la capacidad en el sujeto para que construya representaciones mentales lo más cercanas a la realidad en torno a los conceptos y productos financieros que sirven de base en la toma de decisiones informadas y conscientes.

Domínguez (2015) expresa que las definiciones sobre educación financiera reúnen al menos tres elementos básicos: conocimientos en finanzas, competencias para la aplicación de los conocimientos para beneficio propio y el ejercicio de la responsabilidad en la toma de decisiones. El componente básico de las definiciones en torno a la educación financiera parte de los saberes y conocimientos sobre las finanzas y el mercado financiero, es decir, la comprensión de los conceptos que integran este ámbito. Sobre esta plataforma surge el otro elemento que compone la educación financiera: la competencia. Este concepto resulta complejo pues en su evolución se ha venido ampliando para aplicarse a los más diversos campos incluyendo la educación. Nace en los aportes de Chomsky sobre competencia lingüística a mediados de los sesenta del siglo 20 e infiere la capacidad de la persona para dar respuesta a los problemas del entorno y en donde se incorporan múltiples factores como las aptitudes y habilidades (Díaz, 2006). Y el último elemento de las definiciones esbozadas sobre educación financiera es la responsabilidad o la acción responsable al momento de tomar decisiones, lo cual infiere que el sujeto con todos los conocimientos, saberes, aptitudes y habilidades de tipo financiero logra tomar posturas y decisiones coherentes con su bienestar.

En síntesis, cualquier definición respecto a la educación financiera incorpora los términos de conocimientos, habilidades, aptitudes, o de una manera más genérica, el concepto de competencia. Todos estos se relacionan de manera directa con temas como el ahorro, la inversión, los créditos, las utilidades, entre otros propios del mundo financiero. Tal vez el elemento diferenciador de la educación financiera es la toma de decisiones de los individuos, convirtiéndose en el principal objetivo de este tipo de formación pues el alcance se ubica en el mismo bienestar personal, familiar y social.

Entonces, la educación financiera al igual que el concepto formación, enseñanza, aprendizaje o competencias, no resulta totalmente claro ni preciso. Lo que sí parece ser claro es el ámbito en el que se moviliza la educación financiera: la toma de decisiones informadas, conscientes y acertadas en cuanto al manejo de sus recursos financieros para mejorar su calidad de vida y replicar los efectos positivos hacia las familias y la sociedad en general. Expresa Raccanello y Herrera (2014) que se deben sentar las bases de una educación financiera “para que los usuarios, entendiendo los principales conceptos financieros, busquen y utilicen, de forma acertada, los productos que les resulten más convenientes” (p. 121).

Ahora bien, resulta necesario precisar la importancia y necesidad de la educación financiera desde las primeras etapas de vida escolar. En efecto, se puede pensar que tratándose de temas y conceptos tan complejos los que integran el mercado financiero y las finanzas personales, estos deberían ser abordados desde los últimos grados o niveles de educación formal. Un primer argumento que justifica la inclusión de este tipo de formación en el nivel de básica primaria es la misma ciudadanía como dimensión que se busca desarrollar en todo individuo desde el primer momento que ingresa a la escuela.

La ciudadanía implica un ejercicio responsable de derechos y deberes que va más allá del sentimiento de pertenencia -patriotismo- o lugar de nacimiento -nacionalidad-, y en esa medida, ciudadanos informados que toman decisiones financieras adecuadas contribuyen al bienestar familiar y social, es decir, tiene un efecto en la esfera que se considera pública.

Al observarse de manera detenida la concepción de educación implícita dentro de la Ley 115 de 1994 (Congreso de la República, 1994, 8 de febrero) en su artículo 1º se puede inferir que la educación financiera tiene oportunidad de ser incluida para el logro de la formación integral que allí se defiende. Además, esta misma noción proyecta la educación hacia un proceso que incluye la dimensión social, los derechos y los deberes de todas las personas.

Generalmente, lo económico y lo financiero no se incorpora con claridad al ejercicio de los derechos y los deberes, o al ámbito social de las personas, pero lo cierto es que estos ámbitos tienen relación directa con el bienestar personal y social. Por ello, la educación financiera es una urgencia, y, por tanto, un reto que compromete a todos los docentes por tener un vínculo con la denominada formación integral (González, 2016).

Los adultos a menudo tienen la idea que se está formando a los niños y jóvenes para el futuro, desconociendo que ya son actores sociales y económicos. El objetivo de la educación financiera en el nivel de primaria es brindar herramientas e instrumentos necesarios para que desde la base de la comprensión puedan tomar decisiones financieramente acertadas. Al observar las características actuales de la sociedad toma gran valor las aptitudes y habilidades -competencias- en el manejo de los recursos financieros a una edad temprana para disminuir la vulnerabilidad social y económica, lo que reduce el riesgo generada por la pobreza, la deuda y la austeridad.

La educación financiera para niños y adolescentes busca inspirar a los sujetos en edad escolar a ser ciudadanos social y económicamente habilitados y empoderados, dotándoles de los saberes, aptitudes y habilidades necesarias para convertirse en agentes de cambio y transformación social.

El ideal de la educación financiera para niños y adolescentes es proporcionarles una experiencia de aprendizaje significativo que abarque los conocimientos y aptitudes que se obtienen tanto dentro como fuera del aula. Promover la educación financiera en los niños y los jóvenes es esencial para asegurar una población que sea capaz de tomar decisiones económicas con comprensión.

La OCDE (2005) expresa que la falta de educación financiera en una sociedad como la actual marcada por la globalización, la información y el conocimiento, conlleva a que los individuos y las familias sean más propensas al endeudamiento y la quiebra. Así mismo, considera que se requieren personas más educadas en los asuntos financieros, y por ello, la formación de este tipo debe comenzar lo más antes posible, permitiendo que en el tránsito de las etapas de desarrollo se vaya configurando aquel ciudadano financieramente responsable de sus decisiones.

Esta necesidad parece verse expresada en algunos estudios donde se evidencia que las personas jóvenes tienen escasos o precarios conocimientos y habilidades relacionados con el ahorro, la inversión, los seguros y el crédito (Banco Nacional de México, 2014; Huchín y Simón, 2011; Zapata, et. al., 2016, entre otros).

2. Metodología

La investigación tuvo un enfoque cuantitativo y respondió al tipo de estudio descriptivo no experimental. A partir de la selección de un conjunto de conceptos financieros, se construyó un cuestionario con 12 ítems a fin de establecer el manejo y/o conocimiento de estos temas en la población objeto de análisis.

La literatura en torno a la educación financiera muestra temas comunes que desde el ámbito internacional se encuentran vinculados a este campo: necesidades, dinero, ingresos, gastos, economía, productos y servicios, sistema financiero, ahorro, crédito, seguros, presupuesto, inversión, impuestos. Estos sirvieron de base para la construcción del instrumento a utilizar.

La población estuvo integrada por 1.285 estudiantes de la Institución Educativa Colegio Provincial San José de la ciudad de Pamplona (Colombia), la cual se dividió en 12 subpoblaciones según el grado escolar (preescolar hasta 11 grado).

La muestra seleccionada para la aplicación del instrumento fue el grado 3º de básica primaria compuesta por 90 estudiantes de tres grupos. La variable dependiente resulta ser la educación financiera mientras que la variable independiente corresponde a los conocimientos que la población en cuestión posee al respecto. Desde esta premisa se establece el criterio de la validez de la investigación buscando observar estas variables en la muestra.

3. Resultados

En la tabla 1 se muestran los resultados del cuestionario aplicado a la población objeto de estudio. Estos hallazgos relacionan de manera directa el uso del dinero por parte de los estudiantes, el gasto y el ahorro que realizan. Se trata de temas básicos pero que ofrecen una perspectiva sobre el conocimiento que tienen los estudiantes sobre las finanzas personales y familiares. Frente a cada ítem se describen las opciones marcadas por los estudiantes y el porcentaje para cada una de ellas.

Tabla 1.
Resultados del cuestionario aplicado a estudiantes del grado 3º de básica primaria

Ítem

Opciones

Porcentaje

Proporcionan dinero en casa

Si

83%

No

17%

Razones de los padres para no proporcionar dinero a sus hijos

No sabe No responde

80%

Soy muy pequeño

20%

Uso del dinero cuando llega a manos de quienes no proporcionan dinero en casa

Alimentos

17%

Tipo de productos que compran con el dinero

Alimentos

46%

Dulces / “comida chatarra”

25%

Servicio de transporte

18%

Servicios de diversión

6%

Otro

5%

Regularidad de que el dinero sobre posterior a los gastos

Sí, siempre

12%

Sí, a veces

62%

Rara vez

8%

Nunca

18%

Destino del dinero que sobra

Ahorro

70%

Gasto

30%

Destino del dinero que sobra

Dulces

25%

Artículos escolares

25%

Ropa

25%

Transporte

25%

Percepción sobre consejos y enseñanzas para adquirir el hábito del ahorro en casa

Si

78%

No

22%

Personas o grupos que acostumbran a enseñar a los niños el hábito del ahorro

Padres

96%

Otros familiares

4%

Escuela

0%

Amigos

0%

Percepción sobre el ahorro

Es muy importante

92%

No es importante

8%

Razones para considerar el ahorro como importante

Emergencias / imprevistos

38%

No sabe No responde

17%

Necesidades alimentarias

12%

Tener reservas

12%

Otros

21%

Razones para no considerar el ahorro como importante

No sabe No responde

50%

 

Siempre se gasta mucho dinero

50%

Destino del dinero ahorrado

Alimentos

40%

Dulces / “comida chatarra”

15%

Uso de transporte

5%

Diversión

30%

Otros

10%

Planificación para el gasto del dinero

Si

68%

No

32%

Razones para planificar el gasto del dinero

Para decidir mejor

65%

Para que me sobre dinero

15%

Para no malgastarlo

14%

Para que me alcance

6%

Razones para no planificar el gasto del dinero

No sabe No responde

55%

No sé para que lo gastaría

25%

Prefiero ahorrar que gastar

15%

No me alcanza

5%

Concepción sobre la importancia de planificar los gastos

Si

95%

No

5%

Razones para considerar importante la planificación del gasto

No sabe No responde

50%

Para saber en qué se gastará

20%

Para no gastar innecesariamente

15%

Para saber el monto de los gastos

15%

Razones para no considerar importante la planificación del gasto

No sabe No responde

50%

Se debe usar pronto

50%

Conocimiento sobre el consumo en el hogar

No sabe No responde

65%

Si, algo

22%

Si, totalmente

13%

Fuente: Autores

Un 83% de los estudiantes reciben dinero por parte de sus padres, lo cual infiere la necesidad de que la escuela contribuya en la formación financiera de los estudiantes pues dicha realidad se convierte en una realidad y una oportunidad para recrear situaciones que permitan los procesos de enseñanza-aprendizaje requeridos para que los sujetos desarrollen las aptitudes y habilidades requeridas para la buena toma de decisiones financieras y el análisis de riesgos. Más aún cuando cerca del 74% de los estudiantes reconocen que del dinero aportado por sus padres les sobra.

La mayoría de los estudiantes que participaron en el estudio utilizan su dinero en la compra de alimentos -una necesidad básica y prioritaria-. En segundo lugar, destinan sus recursos al transporte y compra de dulces o “comida chatarra”. Tales respuestas se pueden englobar en gastos relacionados con la asistencia a la escuela y preferencias alimentarias. Lo mismo sucede para aquellos estudiantes que no reciben dinero por parte de sus padres, pues al obtener algo de recursos estos son gastados también en alimentos según informa el 17% de la población.

Un aspecto interesante es que el dinero manejado por algunos estudiantes se destina a la compra de útiles escolares, lo cual conlleva a pensar que los niños(as) reconocen una responsabilidad frente a su formación y la relación que hay entre dinero/recursos y satisfacción de necesidades como la educación. Los gastos orientados a la diversión ocupan un lugar menos prioritario en la agenda de gastos de los estudiantes.

Un aspecto para destacar es como la mayoría de los estudiantes que les sobra dinero lo destinan para el ahorro (70%), lo que implica ya una concepción básica sobre lo que es el ahorro. Aquellos estudiantes que no ahorran el dinero sobrante lo utilizan en cuatro gastos: dulces “comida chatarra”, artículos escolares, transporte y ropa. En esa medida, el gasto del dinero sobrante se hace sobre productos que no son de primera necesidad, aunque entran dentro de la categoría de necesidades básicas según valor otorgado por los niños(as) a estos bienes.

La concepción sobre la importancia del ahorro es el resultado de una construcción social que proviene para el caso de estudio del hogar, revelando que la escuela no ha tenido influencia en este aprendizaje de los niños(as). El 78% de los participantes indican que se les ha enseñado a ahorrar, y básicamente, dicha formación proviene de sus padres (96%) o de otros familiares (4%). La ausencia de la escuela frente a esta parte de la formación de los escolares corresponde a un llamado de atención para que los docentes reconozcan en la educación financiera un aspecto clave de la formación integral y de ciudadanos financieramente responsables. Así, sería de gran utilidad que estos hábitos aprendidos en casa fueran reforzados en la escuela y mediante programas especiales, sean escolares o por parte de otras organizaciones.

Un 92% de los participantes consideran que es importante ahorrar, y frente a ello, la escuela debe fomentar una comprensión de ello. Como ya se ha venido señalando, comprender implica más que aprender pues se trata de reconocer a la luz de la validez de las teorías y los modelos, es decir, los saberes científicos, las razones por las cuales se interpreta o actúa de determinada forma. Una enseñanza para la comprensión de temas financieros como el ahorro conlleva a que los docentes deben generar experiencias sinérgicas y significativas que llevan al estudiante del plano de lo concreto a la abstracción para que los saberes construidos puedan ser implementados en otras situaciones donde las decisiones son fundamentales en términos de bienestar. De allí que algunos estudiantes observen que es importante ahorrar para situaciones de emergencias o imprevistos (38%), cubrir necesidades alimentarias (12%), o simplemente tener reservas (10%).

La planificación del gasto debe ser un aspecto importante de la educación financiera que adelanta la escuela. Aunque un 68% de los estudiantes indican que planifican el gasto del dinero, sería oportuno que los docentes ofrecieran herramientas básicas de análisis con el objeto de que esta planificación se haga con un enfoque comprensivo pues cerca del 50% de los estudiantes no saben o no responden sobre las razones para planear el manejo del dinero y los gastos. Por otro lado, la planificación del gasto de los estudiantes y del ahorro se hace sobre la posibilidad de adquirir otros bienes y no malgastar, sin que se refleje la oportunidad de inversión. Resulta interesante que la mayoría de los estudiantes que reconocen planificar sus gastos, encuentren justificado ello en la toma de mejores decisiones (65%) o gastar lo menos posible para seguir ahorrando (29%) o que alcance el dinero (6%).

A manera de síntesis se puede destacar lo siguiente:

  1. Frente al ahorro: Se observa que muchos niños(as), sobre todo los más pequeños, tardaban mucho tiempo en responder y simplemente decían no saber. Esta manifestación conlleva a la idea de que algunos de los conceptos de educación financiera los han aprendido empíricamente, pero no están plenamente conscientes de lo que esto significa. Por ejemplo, un porcentaje importante indica haber aprendido el hábito del ahorro por parte de sus padres, pero, al cuestionarlos sobre el porqué consideran importante el ahorro, muchos no respondieron o tardaron en concretar las ideas que podrían tener. Si bien esto señala que hay una enseñanza acerca de un hábito importante como lo es el ahorro, y aunque transmitir con el ejemplo es importante, los niños no poseen una idea sólida sobre la importancia y beneficios que este hábito puede proporcionarles en su vida diaria, por lo tanto, es lógico suponer que no mantengan ni apliquen el ahorro a lo largo de su vida a menos que el concepto y beneficios de éste lleguen a al nivel de la comprensión. Lo mismo sucede con la planeación de los gastos.
  2. Frente al presupuesto: Está presente en la población y es aprendido por recomendaciones y/o ejemplo familiar, pero no se tiene comprensión sobre los procedimientos y los términos que faciliten su práctica más allá de una intencionalidad.  De lo anterior se concluye que los gastos realizados por los estudiantes son hechos de manera emotiva sin planificación o conocimientos precisos.  El presupuesto a pesar de ser es un tema que se considera conocido, la mayor parte de los participantes no lo lleva a la práctica. Este modelo de pensamiento acción se repite en el tema de inversión, aun cuando el sujeto logra ahorrar, dicho dinero es utilizado en su gran mayoría como gasto y no como inversión.

Con base en los anteriores resultados, se enfatiza la necesidad de que las escuelas -y para el caso objeto de análisis- promuevan adecuaciones curriculares con el objetivo de integrar temas específicos y básicos sobre finanzas personales. Estas adecuaciones deben partir de la formulación de un conjunto de competencias integradas por conocimientos, aptitudes y habilidades cuyo límite y alcance sean temas financieros previamente seleccionados. A manera de ejemplo, se pueden formular las siguientes competencias que pueden ser trabajadas desde áreas afines como matemáticas, ciencias sociales, lenguaje, cátedra de emprendimiento, u otras:

Las competencias definidas como parte de la tarea de adecuación curricular exigen también una transformación de la visión sobre el sujeto que se buscar formar. Siendo la ciudadanía uno de los elementos integrales de la formación, se crea la necesidad de modificar la concepción de ciudadano y como todas las personas en el ejercicio de sus derechos y deberes, y de su participación en la esfera pública, requieren de aptitudes y habilidades de naturaleza económica y financiera. En ese sentido, se debe hacer una revisión de los Proyectos Educativos Institucionales, pues estos contemplan “entre otros aspectos, los principios y fines del establecimiento, los recursos docentes y didácticos disponibles y necesarios, la estrategia pedagógica, el reglamento […] y el sistema de gestión, todo ello encaminado a cumplir con las disposiciones de la presente ley y sus reglamentos” (art. 1º, Ley 115 -Congreso de la República, 1994, 8 de febrero-).

Por otro lado, definidas las competencias y los cambios al Proyecto Educativo Institucional, se deberá adelantar prácticas pedagógicas y didácticas que partan de la misma realidad de los estudiantes. Como se observa en los resultados de esta investigación, la mayoría de los estudiantes manejan dinero, desarrollan prácticas de planificación de los gastos y el ahorro, y muestran interrelaciones con el mercado. Todo esto deberá valorar el docente para formular estrategias sinérgicas y significativas que conlleven a la comprensión de los estudiantes sobre los temas financieros y la puesta en práctica de estos saberes de una manera adecuada y responsable. El punto neurálgico de la educación financiera se encuentra en la misma capacidad de los docentes para reconocer la visión de sujeto a formar, la realidad en la que se encuentran inmersos de manera particular y general todos los sujetos de formación, y el diseño de acciones didáctico-pedagógicas idóneas para la construcción de aquel ciudadano que exige el mundo financiero.

4. Conclusiones

Desde la perspectiva teórica y conceptual, la educación financiera se convierte en un tema de interés para las escuelas y los docentes, pero así mismo, para los gobiernos y las autoridades educativas. En el contexto colombiano aún no se ha logrado definir una política pública que permite la incorporación de la formación financiera a la formación integral que se adelantan en las instituciones de educación. En ese sentido, se trata de una urgencia para que desde el nivel político central se definan los lineamientos y estándares que se deben considerar en las escuelas para adelantar una educación financiera adecuada.

Por otro lado, la ausencia de políticas educativas en este terreno lleva a que precisamente la escuela se observe como una instancia excluida de los saberes o percepciones que tienen los estudiantes sobre los temas financieros. En el caso particular de este estudio, aunque se observan prácticas de ahorro y planificación del gasto en un porcentaje significativo de los estudiantes, se logra evidenciar que la escuela no ha contribuido en la formación financiera del grupo escolar. Del mismo modo, no se evidencias en los resultados que existan razones o argumentos sólidos por parte de los estudiantes para el desarrollo de prácticas de planificación de gasto, ahorro o inversión, lo que supone un aprendizaje sin comprensión.

La educación financiera deberá interpretarse como un proceso de formación que incorpore la socialización de saberes y el desarrollo de aptitudes y habilidades requeridas para la adopción adecuada, consciente y responsable de decisiones financieras. Esta tarea formativa no puede darse a través de programas aislados o acciones fragmentadas, sino que debe responder a lineamientos previamente definidos. De allí que se recomiendo las adecuaciones sobre el Proyecto Educativo Institucional, el currículo y las prácticas didáctico-pedagógicas de los docentes.          

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1. Licenciada en Educación. Docente Institución Educativa Colegio Provincial San José (Pamplona, Colombia). e-mail: maogape@hotmail.com

2. Doctor en Ingeniería de Sistemas y Computación, Universidad Nacional de Colombia. Magister en Ciencias de la Información y las Comunicaciones, Universidad Distrital.Universidad Francisco de Paula Santander. Correo electrónico de contacto:cahs007@gmail.com

3. Doctor (c) en Ciencias Sociales y Humanas, Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia); Magister en Educación, Universidad de la Sabana (Bogotá, Colombia); Magíster en Comercio Internacional, Prime Business School - Universidad Sergio Arboleda (Bogotá, Colombia); Magíster en Administración, Universidad Santo Tomás (Bucaramanga, Colombia). Profesor Investigador (Asociado), Universidad Francisco de Paula Santander (Cúcuta, Colombia). Director del Grupo de Investigación “GICSH” en Ciencias Sociales y Humanas, adscrito a la Facultad de Ciencias Empresariales, UFPS (Cúcuta, Colombia). Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales, UFPS (Cúcuta, Colombia). Correo electrónico de contacto: wrac2008@hotmail.com


Revista ESPACIOS. ISSN 0798 1015
Vol. 40 (Nº 2) Año 2019

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