Espacios. Vol. 34 (3) 2013. Pág. 1 |
Proceso de trabajo, eslabonamientos industriales y competitividad en la industria del cuero en la Argentina 1880-1972Labor process, industrial chains and competitiveness in the leather industry in Argentina 1880-1972Marina Kabat 1 Recibido: 20-08-2012 - Aprobado: 16-10-2012 |
Contenido
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RESUMEN: |
ABSTRACT: |
IntroducciónLa evolución de la manufactura del cuero en la Argentina desafía la mayoría de los supuestos generalmente aceptados sobre el desarrollo industrial en países periféricos. A diferencia de lo que cabría esperarse de acuerdo a la teoría de los eslabonamientos económicos, la tenería no es el resultado de la mera disponibilidad de materias primas agrarias. Por el contrario, uno de los principales estímulos a su desarrollo proviene de la industria del calzado cuya creciente demanda actúa como un poderoso aliciente. La industria del calzado argentina trabaja, en sus inicios, con cueros importados. Todavía a inicios del siglo veinte se importa la mayoría de los cueros para las capelladas o parte superior del zapato, solamente las suelas proceden de la industria local. En forma paulatina, la demanda de los productores de calzado impulsa una diversificación de los rubros producidos por las curtiembres nacionales. Durante la Primera Guerra Mundial, al interrumpirse parcialmente las importaciones, este estímulo se refuerza. Tras la crisis de 1890 observamos un lento avance de la mecanización, que se acelera a partir de la década de 1920. El proceso de trabajo se modifica también por el empleo de nuevas substancias químicas que reducen radicalmente los tiempos de curtido y transforman las labores ejecutadas. A lo largo de este artículo intentamos interpretar y periodizar estos cambios a partir de los conceptos de manufactura, manufactura moderna y gran industria. La manufactura se caracteriza por la fragmentación del trabajo manual. En la manufactura moderna dentro de esta organización del trabajo se emplea en forma accesoria maquinaria. Cuando la mecanización afecta al conjunto del sistema productivo que queda estructurado en un sistema de máquinas nos encontramos ante un régimen de gran industria. Consideramos que, pese a las dificultades que encuentra, la industria del cuero en la Argentina no se halla, hacia la década del cuarenta, demasiado lejos de la frontera tecnológica. Sostenemos esta hipótesis a partir de comparar la organización del trabajo de los establecimientos argentinos con sus pares norteamericanos. Proponemos también que la falta de ciertos productos químicos es una de las causas principales de la menor calidad de los cueros curtidos localmente. La ausencia de una industria química competitiva combinada con altos gravámenes de importación a dichos productos, es uno de los obstáculos al mejoramiento técnico de las curtiembres locales. Estos problemas que se evidencian en la década del cuarenta, cuando el sector incursiona en el mercado mundial, persisten todavía a finales de la década del sesenta y son uno de los factores que obstaculizan un nuevo intento exportador. El trabajo manufacturero a fines de siglo diecinueveSi bien esta industria se desarrollaba en forma primitiva desde el período colonial, antes del último cuarto del siglo diecinueve no había alcanzado un alto grado de desarrollo. Se curtían pocas variedades de cueros y el resto se importaba. Para el calzado de la campaña se empleaba un cuero de potro de curtido rústico.2 El proceso de curtido podría dividirse en tres etapas. En las tareas de ribera llamadas así por que antaño se realizaban a la orilla de los ríos, el cuero es preparado. Se lo lava, depila (se le extraen los pelos) y durga (se lava y se eliminan los restos de las sustancias que se habían usado para el depilado, así como grasas u otras materias del cuero). La segunda etapa es el curtido propiamente dicho. En ella se expone el cuero al contacto con distintos productos que contienen tanino (sean las cortezas, el aserrín de ciertos árboles o, más adelante, extractos y otros productos químicos elaborados). Finalmente, en el acabado se realizan, de acuerdo al tipo de cuero (gamuza, charol, etc.), otras operaciones que le dan su apariencia final: un nuevo lavado y, según el caso, teñido, engrasado o lustrado. En 1876 en el periódico El Industrial aparecía una descripción del trabajo en una curtiembre. Las operaciones de ribera requerían un esfuerzo considerable: primero se colocaba el cuero sobre un caballete de madera de forma convexa y algo inclinado donde, con ayuda de una cuchilla se le sacaban los restos de carne que generalmente dejan los desolladores. Esta tarea resulta sencilla cuando el cuero está fresco; de encontrase seco la operación se prolonga y se torna más pesada. En estos casos se debía poner el cuero en agua fresca y limpia, repitiendo el repaso de la cuchilla y el baño hasta ablandarlo lo suficiente. En el siguiente paso se ubica el cuero en un piletón lleno de agua y cal bien revuelta por 12 a 15 días a lo largo de los cuales se lo levanta y baja. Tras esto se lo pone sobre un caballete y con una cuchilla de forma curva y filo redondeado, se practica la depilación. El cuero pasa por otro baño de agua fresca y se lo sitúa nuevamente sobre el caballete. Allí con una cuchilla derecha se le “rebajan” las partes demasiado gruesas. Luego se somete al cuero a un baño de afrecho por 10 y hasta 15 días. El cuero pasa por dos curtidos. En el primero se colocan los cueros en tinas llenas de agua y aserrín de quebracho o corteza. Se los deja allí 15 a 20 días durante los cuales “deben ser repetidamente ‘alzados’ y ‘bajados’ con mucha precaución. (...) Para dirigir esta operación es necesario tener conocimientos prácticos del arte, siendo estas operaciones de las cuales depende todo el buen éxito del trabajo del curtidor.”(Ugarteche, 1927, p. 101). Es necesario cuidar el cuero para no exponerlo a pudrirse y controlar que tome siempre en toda su superficie el mismo color, lo que indica una recepción pareja del ácido tánico. En el segundo curtido se dejan los cueros en las piletas entre 45 días y tres meses. Se desparrama en el fondo de la pileta una superficie de aserrín de un espesor de un centímetro (esta medida varía según el grosor del cuero). El operario debe asegurarse que haya la misma cantidad de aserrín en todas partes. El cuero se pone bien extendido con la flor (la parte exterior del cuero, que no ha estado en contacto con la carne del animal) hacia abajo. Las extremidades desiguales y más delgadas deben doblarse cuidadosamente, procurando que se conserve el aserrín en los pliegues. Se pone más aserrín sobre el cuero y se deposita otro encima. Así se coloca un cuero sobre otro hasta llenar la pileta. Según Ugarteche, de quien tomamos la descripción, el cronista no habría relatado las operaciones del acabado para resguardar “los secretos del oficio” (Ugarteche, 1927, pp. 101-104). En efecto, tanto los trabajos de ribera como los de acabado eran sumamente variados. Cada curtidor aplicaba en ellos su creatividad y guardaba celoso secreto acerca de las fórmulas empleadas. La proporción de tanino que se debía usar para cada tipo de cuero y en cada momento del año siguió siendo variable y fue por bastante tiempo uno de los conocimientos importantes de los técnicos especializados. En el siglo XIX, los curtidores sabían decidir las proporciones adecuadas para cada circunstancia. Además reconocían sin auxilio de instrumento técnico alguno, la concentración tánica de un líquido, con sólo probarlo, como lo muestra la anécdota del descubrimiento de las propiedades curtientes del quebracho: un curtidor genovés propietario de una pequeña curtiembre ve salir de los desagües de un aserradero cercano agua de color rojizo similar a la que se usa para curtir y se la lleva a la boca, forma en que reconocían la concentración de tanino en un líquido “… pues los curtidores de antaño sólo conocían como areómetro el paladar.” (Ugarteche, 1927, p. 42). Podemos caracterizar las curtiembres argentinas anteriores a 1890 como talleres manufactureros. Es decir se trata de establecimientos donde el viejo oficio artesanal sigue siendo la base de la organización laboral. No se han modificado los métodos tradicionales sólo comienza a fragmentarse el trabajo. En el período posterior cuando se instalan pequeños establecimientos muchas veces asumen estas mismas características. Al rememorar sus inicios en la actividad un industrial refiere a la curtiembre que fundó en 1900 junto a sus tres hermanos. La misma consistía en un gran galpón, los operarios hacían de todo no había especialización. 3 La manufactura moderna y el acortamiento de los tiempos de producción (1890-1920)En las descripciones correspondientes a la década de 1870 no aparecía ninguna forma de trabajo mecánico. El proceso de producción insumía mucho tiempo y mano de obra. Paulatinamente, en las últimas décadas del siglo diecinueve, comenzaron a emplearse medios mecánicos y nuevos productos químicos que redujeron los tiempos del proceso y la cantidad de trabajo incorporado. Sin embargo, el empleo de maquinaria complementa el trabajo manual y no lo remplaza todavía en forma completa. Por ello, consideramos que esta etapa corresponde a la manufactura moderna. La manufactura moderna es una etapa de transición hacia la gran industria que ya implica la presencia de un sistema de máquinas que estructure el conjunto de la producción. En 1878 se importa la primera máquina de dividir cueros. Para ello, Tomas Luppi debió realizar dos viajes a Europa. (Ugarteche, 1927, p. 48). Hacia 1882 Gaggino Lauret era la curtiembre más importante del país. Fue la primera en hacer charoles y becerros box-calf (becerros al cromo). En 1882 esta curtiembre contaba con máquinas de prensar y partir suelas, para zurrar, lustrar y gravar los cueros, entre otras (Ugarteche, 1927, p. 56). Hacia 1890 ya poseía dos calderas que transmitían vapor a tres motores. Un dínamo daba luz a 80 lamparitas y ponía en movimiento 78 máquinas. Muchas de ellas pertenecían a la primera etapa del trabajo, la ribera, como la máquina empleada para dividir los cueros ya mencionada. A su vez, también el acabado comenzaba a mecanizarse: “De treinta pasan las máquinas destinadas a colorear, lustrar y granear las pieles ya curtidas” (Ugarteche, 1927, p. 56-57). Después de 1895 las curtiembres empiezan a evolucionar “de manera sorprendente” porque comienza a emplearse el curtido mineral. El mismo simplifica el procedimiento y disminuye el tiempo de producción: “el curtido al cromo realiza en contadas horas mientras que con la corteza se necesitarían meses”. (Ugarteche, 1927, pp. 61-62). La evolución de los métodos de trabajo puede evaluarse en el largo plazo mediante la comparación del tiempo que cada uno requería: si hacia 1880 resultaban novedosos los sistemas de curtido rápido en base a cortezas u hojas que demandaban tan sólo tres o cuatro meses; más tarde con el sistema al cromo se reducirá el tiempo todavía más, a cuestión de días. Un segundo momento de cambios se inicia con la Primera Guerra Mundial. En ese contexto, impulsado por la demanda de las fábricas de muebles y zapatos que ya no podían abastecerse de productos importados, las curtiembres empiezan a elaborar una mayor variedad de cueros (Ugarteche, 1927, p. 76). Al mismo tiempo, comienzan a producirse en el país maquinaria e insumos para el sector. Se reconvierten a esta actividad antiguos importadores, entre ellos los grandes consorcios y empresas de industrias auxiliares extranjeras que poseían locales comerciales en el país. (Ebert: 1954, p.17). Los cambios del proceso de trabajo tienen como principal protagonista a las sustancias químicas empleadas. A medida que ellas son perfeccionadas, se acortan los tiempos de producción. Esto reviste gran importancia porque disminuye los tiempos muertos intercalados en el proceso productivo y acelera velocidad de rotación del capital. Esta es una tendencia propia de la gran industria que ya comienza a manifestarse en esta etapa de transición. Al abandonar los métodos artesanales y estudiarse el proceso desde una perspectiva objetiva se procuran soluciones por medio del concurso de la ciencia y de la técnica. En este caso son los adelantos de la química los que permiten reconfigurar el proceso productivo. La aparición de nuevos productos químicos modificaba y simplificaba el trabajo, al reducir la cantidad de baños y lavados a los que eran sometidas las pieles. Otros cambios pasan por la mecanización de ciertas tareas. Contamos con una descripción minuciosa del proceso de trabajo tal como se realizaba en las curtiembres de la Capital Federal escrita en 1916 por un inspector del Departamento Nacional del Trabajo (Vidal: 1916). Allí encontramos por vez primera la mención del empleo de furlones y piletas con aspas o molinetes. Los furlones son grandes tambores en los cuales se introducen los cueros junto al agua y a los extractos curtientes. Estos tambores giran en forma mecánica por medio de correas. El uso de los furlones y las nuevas sustancias químicas van de la mano. Su uso conjunto acelera el trabajo. El curtido en furlones elimina la operación de apilar los cueros e intercalarlos con aserrín. Esta tarea si bien es simple, para realizarse en forma masiva implicaba una cantidad importante de horas de trabajo (acomodar bien cada cuero doblando las partes finas, con una pala colocarle aserrín en forma pareja y así sucesivamente con 50 o 60 cueros por pileta). Con el nuevo método los cueros se introducen juntos sin mayor cuidado en el furlón. Al mismo tiempo los furlones eliminan el trabajo de “levantar y bajar” o hacer girar los cueros en las piletas. Por todo esto se considera que: “El curtimiento con extractos al batán, produce de un modo racional, con la mayor economía posible de mano de obra, tiempo y capital invertido, un cuero de calidad excelente”(Ugarteche: 1927, p.142). En la etapa de ribera la novedad que se observa en 1916 es el empleo de piletas de molinete para el durgado: luego del depilado y en piletas de molinete se hacen girar las pieles con cal durante cuatro días, durante los cuales el agua debe irse renovando. Se trata de piletas con aspas que se mueven mecánicamente. Con este procedimiento se logra “durgar” el cuero para quitarle todas las impurezas. También se consigue que se dilaten las fibras y así se prepara el cuero para que reciba con más eficacia el curtido. El curtido propiamente dicho varía según el tipo de cuero a preparar. Si las suelas se curten con aserrín de quebracho se emplean molinetes de forma ovalada donde se ponen las pieles con el aserrín y se las hace girar por 10 días. Luego se coloca en piletas especiales un cuero sobre otro separados por una capa espesa de aserrín hasta llenar la pileta. Se les hecha agua limpia, con ello el aserrín despide tanino y paulatinamente se va curtiendo el cuero. Esta operación dura 30 días. Un segundo método, conocido como “curtido rápido”, se realiza directamente con extracto de quebracho. Los cueros se ponen en un furlón con esta sustancia y se los hace girar durante 6 a 8 horas. Pero los cueros así curtidos resultan más quebradizos y de menor resistencia que el que se curte lentamente. Luego de curtidos las pieles se lavan, se secan y se planchan. El cuero para capelladas de zapatos es curtido de otra forma: se usan otros productos químicos durante 3 ó 4 horas. Luego viene el teñido en negro u otros colores, el estirado, planchado, lustrado, etc. Si se quiere obtener cueros vacunos más delgados se los pasa por la máquina “Hender” que saca de 1 cuero 2, 3 y hasta cuatro distintos. Una vez adelgazado se lo prepara para recibir una capa de barniz. Luego es “granado”: por medio de una máquina se le imprime el dibujo que desea dársele para las distintas imitaciones (carpincho, cabritilla, cocodrilo). Otros cueros más delicados exigen más trabajo: el charolado se lo adelgaza a una medida entre un mililímetro y medio a medio milímetro. Se lo estira sobre una mesa de mármol para plancharlos aplicándoles varias capas de grasa para suavizarlos. Una vez listos se los estira en catres de madera y se les aplica una capa de pintura compuesta con aceite de lino cocido. El cuero necesita 4 ó 5 manos de esta pintura hasta quedar bien cubierto. Luego con la máquina de granar ya mencionada se le imprime el dibujo adecuado. Los albores del régimen de gran industriaHacia mediados de la década del veinte se extiende el uso de furlones y de nuevos productos químicos, al mismo tiempo que avanza la mecanización en la etapa de acabado de los cueros. En la descripción que realiza Ugarteche en 1927 se observa un afán por estandarizar los procesos y los tiempos de las tareas. Anhelo no siempre satisfecho a pesar del empeño puesto en ello por los directores técnicos de las grandes curtiembres. Pareciera que al menos en las curtiembres más importantes nos encontramos en los inicios del régimen de gran industria, pues finalmente se avanzado hacia la mecanización del conjunto del proceso. Sin embargo, en algunos tipos específicos de cueros, como en las curtiembres de menor producción la organización del trabajo sería más primitiva. Resumimos aquí el cuadro que ofrece Ugarteche. En el trabajo de ribvera se comienza por reblandecer el cuero en un baño de agua con antiséptico, primero en piletas y luego en batán. Las horas dedicadas a esta tarea se encuentran sujetas a la decisión de los técnicos y varían según los cueros y las temporadas del año. Técnicos de la curtiembre Francia-Argentina, una firma muy preocupada por la estandarización del proceso plantean que: “La práctica nos ha obligado a unificar casi de un modo absoluto las diferentes operaciones de los trabajos de ribera (...) Sólo dejamos subsistir una diferencia particular en cada caso y ésta es la del reblandecimiento de las pieles” (Ugarteche : 1927, pp. 121 y 122). El producto usado para el depilado es la cal. Allí la suspensión y agitación mecánica de las pieles acelera la labor. Los cueros pasan luego durante una hora por furlones de lavado. Según Ugarteche, el depilado a mano es poco común. En cambio, se usan las máquinas descarnadoras, las cuales operadas por dos hombres pueden pelar entre 1600 a 3000 cueros por día. Los hombres sólo tienen que extender las pieles sobre un tablero de caucho que corre a lo largo del cilindro. Algunas máquinas tienen dispositivos que envían chorros de agua y lavan el cuero al mismo tiempo. El trabajo puede completarse a caballete, allí se extraen los tejidos y nervios adiposos que pudieran haber quedado. Cabe señalar que si bien persiste, el trabajo del caballete se limita muchísimo. Antes pasaba tres o cuatro veces por caballetes en distintos procedimientos para los cuales se empleaban diferentes tipos de cuchillas. Con el uso de furlones y de la máquina descargadora el trabajo a caballeta sólo complementa la labor mecánica. Esto no quita que en curtiembres más chicas sin esta maquinaria, toda la operación dependiera del trabajo manual en los caballetes. No se trata de cambios menores, pues el trabajo en los caballetes debía ser el que mayor mano de obra insumía. Incluso, después de estos cambios, esta actividad seguía concentrando la mayoría de los trabajadores, a juzgar por las fotografías que acompañan la descripción de Ugarteche. El desencalado se realiza en piletas con agitador de paletas y sistema de vapor para calentar el agua. En la curtiembre la Francia Argentina se usa el bisulfato de sodio porque sirve para todas las pieles. Se trata de “un procedimiento que se presta en forma general para todas nuestras pieles sin tener que entrar a especializar sistemas para cada calidad o naturaleza diferente que a la larga significa un trabajo engorroso y de difícil contralor” (Ugarteche, 1927, p. 134). Tal como sucedía en la década anterior el curtido se efectuaba en furlones. El batán mueve una masa de 2500 kilos entre pieles y solución con extracto. Tiene un mecanismo automático de inversión que hace que dé un número determinado de vueltas para un lado y luego pase a girar en sentido contrario. Un técnico señala que no es posible establecer reglas fijas respecto a los plazos de curtido ni a la concentración inicial y final de las substancias curtientes en el líquido. Esto nos muestra que a pesar de los avances en la estandarización de los procesos, ésta no se había completado aún. La desecación de los cueros puede efectuarse “al aire” (casi ya no se usaba) o por procesos mecánicos. Éstos pueden involucrar el uso de ventiladores o de los más modernos secadores de aire comprimido. El engrase de los cueros a muñeca (sobre el banco de trabajo se frotaba la piel húmeda con una muñeca o trapo engrasado), había sido abandonado en la mayoría de las curtiembres. En cambio, se había generalizado el procedimiento al batán, que logra una absorción más regular con menos mano de obra y tiempo. También el zurrado puede realizarse a máquina o a mano, caso reservado para ciertas pieles delicadas. Lo mismo ocurre con el raspado. El raspado a mano es difícil y lento. Exige operarios hábiles En cambio el raspado a máquina es mejor, con este sistema se raspan 120 a 240 pieles en 8 horas. El esmerilado se realiza a máquina, que consta de unos tambores recubiertos de papel esmeril; las más perfectas tienen un cepillo rotativo. Con el alisado se busca dejar el cuero liso y brillante, resaltar el veteado y avivar los colores. La tarea es manual. Se usan aprestos para abrillantar Con una esponja se extiende el apresto en capas muy suaves. Luego se hace secar el cuero muy rápidamente a elevadas temperaturas. Si fuera necesario se repite la operación. El abrillantado se realiza con una máquina con un brazo palanca similar a la de zurrar. El brazo tiene en su extremo pinzas que sujetan un cilindro de vidrio o ágata que se emplea para abrillantar el cuero. Ciertas variedades de cueros implican otras tareas, algunas manuales y otras mecánicas como el granado. Los cueros que han de teñirse primero deben ser decolorados (por inmersión, con escobilla o esponja). El teñido generalmente se realiza en el batán (aunque hay también otras máquinas). Se podía emplear también un sistema de curtido “cromo –cromo” que curte y tiñe en el mismo paso, eliminando tareas. En síntesis, a mediados de la década del veinte observamos un avance importante de la mecanización. Al menos en las principales curtiembres y para la mayoría de los cueros producidos el proceso se había objetivado. En estos casos las tareas manuales que subsisten sólo complementan la labor de las máquinas, corrigiendo o completando su trabajo. Podemos hablar en estos casos de una incipiente gran industria. Pero, al mismo tiempo, en curtiembres menores y para ciertos tipos especiales de cueros persiste un mayor número de tareas manuales. Estos establecimientos no han completado la transición a la gran industria y permanecen en el estadio de manufactura moderna. Por ejemplo, en la década del ’40 todavía predomina el secado de los charoles al sol, de tal modo que en las fotos aéreas de la ciudad de ese momento pueden visualizarse claramente, en el terreno de algunas fábricas, los cueros dispuestos para su secado al aire libre. Lamentablemente no existen datos que nos permitan mensurar el peso relativo de ambos regímenes de trabajo. Esta dualidad se manifiesta tanto en la descripción del trabajo que hace Ugarteche quien reseña en muchos casos los dos métodos alternativos como en las fotografías que ilustran su obra. Un ejercicio de comparación con la industria norteamericanaA pesar de encontrarse en un país ganadero las curtiembres argentinas en muchos casos debieron trabajar con cueros crudos de menor calidad a los empleados en otros países. Efectivamente, este fue un problema que las curtiembres locales enfrentaron desde sus inicios. Tanto los fabricantes de calzado como los curtidores se quejan continuamente de la baja calidad de los cueros crudos. La misma estaría dada por las marcas a fuego, los daños que la garrapata ocasiona sobre la piel y los rayones producidos cuando el animal se rasca, sea con arbustos espinosos o con alambres de púa. En segundo lugar, los cueros podían desvalorizarse a causa de un mal desuello. Los industriales acusan a los terratenientes de “desidia” por no ocuparse del problema de las marcas ni de obtener un mejor desuello. Durante el siglo diecinueve, las quejas sobre el mal desuello atañen al conjunto de los cueros obtenidos en el país. La situación cambia ya en el siglo veinte pues los frigoríficos al ocuparse de la actividad a gran escala van mejorar el desuello. El personal se encuentra especializado y trabaja con herramientas adecuadas que facilitan su labor. También un mejor control sobre el trabajo y sistemas de premios y multas favorecen un mayor cuidado en la tarea. Los investigadores de la Fundación Armour señalan que en el país existen buenos cueros, pero los mismos no llegan a las curtiembres locales porque se exportan. Los frigoríficos practicarían un mejor desuello y faenarían a los mejores animales, de las mejores zonas, alimentados mejor, de zonas no afectadas por la garrapata y carente de arbustos espinosos (CPI: 1944, pp. 16-18). Los cueros tipo campo son los faenados en las mismas estancias. En un artículo destinado a evaluar los obstáculos que dificultan el desarrollo de la industria argentina del curtido el ingeniero Hugo Panzini plantea argumentos similares a los vertidos por los investigadores norteamericanos. Señala que en las estancias el desuello se realiza en malas condiciones. En cambio, en los frigoríficos cuyos cueros se exportan, “el personal está especializado, vigilado por capataces y la imperfección de su trabajo redunda en su perjuicio” (Panzini, 1947, p. 24). Ante la exportación de los mejores cueros los curtidores y la Cámara de la Industria del Calzado promueven medidas para mejorar los cueros disponibles en el mercado local sin demasiado éxito. La escasa producción de las estancias y otros lugares donde los animales son sacrificados y desollados en pequeña escala tornaban difícil la estandarización y el perfeccionamiento del proceso. 5 Hacia 1910 la las curtiembres argentinas a diferencia de las norteamericanas elaboraban casi exclusivamente suelas. Algunas tenerías producían también distintos cueros para capelladas de calzado. Un informe norteamericano sobre las curtiembres argentinas afirmaba que: “Hablando en general, fuera de las pequeñas industrias (aquellas cuya producción diaria es menor a 40 ó 50 pieles) las tenerías en la Argentina es tan más o menos equipadas con maquinaria moderna para curtiembre de fabricación americana, alemana, inglesa y francesa” (Butman, 1910, pp. 27-28).6 Respecto al método empleado en el curtido de suelas este informe refiere a la combinación del quebracho con el extracto de roble. A finales de la década del veinte, Ugarteche sostenía que en la Argentina se empleaban los mismos procedimientos que en otros países. Así afirma que: “no existe producto ni invención de que carezcan nuestros establecimientos, a punto tal que con solo el intervalo de un par de semanas posee el mercado argentino las últimas preparaciones argentinas o norteamericanas.” (Ugarteche, 1927, p. 82) Después de 1930 esto va a cambiar. Durante la década del ’30 y del ’40 aumenta la diferencia entre los métodos de curtido locales y los internacionales debido a crecientes dificultades para adquirir los insumos, primero por su elevado costo de importación agravado luego por las dificultades de abastecimiento durante la Segunda Guerra Mundial. De este modo, cuando los curtidores locales encuentran mejores posibilidades de insertarse en el mercado mundial es cuando más sufren la carencia de insumos. Ante los cambios del comercio internacional en la Argentina surgen a inicios de los cuarenta proyectos para el desarrollo de una industria exportadora que pudiera insertarse en el mercado estadounidense.7 En este contexto se crea la Corporación Para la Promoción del Intercambio. Esta entidad promueve diversas medidas para la elevar la productividad de ciertas industrias argentinas con el objetivo de incrementar sus posibilidades de inserción en los mercados externos, en especial el norteamericano. La CPI impulsa una serie de estudios comparativos de la industria argentina y norteamericana. Gracias a esta iniciativa contamos entonces con dos estudios que comparan la industria del cuero en Argentina y en Estados Unidos. Uno es producido por argentinos que viajan a EEUU; el otro, por especialistas norteamericanos que estudian las curtiembres argentinas. Los argentinos encargados del estudio sostienen que la principal disparidad resulta de los distintos productos químicos utilizados. Los cueros que se usan como insumos son iguales y “las diferencias que luego resultan se deben a los métodos y fórmulas empleadas para el curtido; más lo segundo que lo primero.”(del Rio y Gomez Palmes, 1943, p. 11). En el curtido de suelas encontramos la mayor disparidad. Por una parte las tenerías argentinas no emplean mejoradores curtientes vegetales. En cambio, utilizan solo extracto de quebracho. Esto representa una involución frente a décadas previas cuando se lo complementaba con extracto de roble. En las tareas de preparación en Estados Unidos se obtenían mejores resultados gracias a la superioridad de los productos utilizados. Lo mismo ocurre en la etapa final. En particular se señala el empleo de mejores tinturas. Se emplean resinas que penetran más fácilmente en las fibras, formando una capa más delgada. El cuero resulta, de este modo, más elástico y se estira mejor al armar el calzado. Un producto que no se empleaba en la Argentina, por ejemplo, era el circonio que servía para obtener una coloración blanca más perfecta. Los juicios del informe Armour son concordantes: se señala que “muchos de los perfeccionamientos no han podido ser adoptados debido a los altos precios de los productos químicos”. Se propone una actualización de las tarifas aduaneras que permita importar estos productos a menor costo (algunos tenían un 42% de recargo) pues se consideraba que “Para que los curtidores argentinos tengan probabilidades de sobrevivir a la competencia en el extranjero, deben disponer de las materias primas a un precio que por lo menos no sea superior a los precios de los competidores” (CPI, 1944, pp. 15 y 16). Fuera de estos puntos donde hay una fuerte coincidencia entre la evaluación de los dos informes, los investigadores norteamericanos que estudiaron las curtiembres argentinas señalan como un obstáculo su bajo nivel de concentración económica. Plantean que las curtiembres argentinas son “pequeños establecimientos”. Consideran importante el desarrollo de un órgano gremial poderoso que luche contra la competencia desleal (CPI: 1944, pp. 12 y 21). Otro señalamiento es la necesidad de desarrollar laboratorios químicos a la vanguardia mundial. Sostienen que si las curtiembres quieren alcanzar verdadera importancia no pueden continuar tratando simplemente de imitar los progresos de la industria de otros países, sino que necesitan desarrollar investigaciones propias. La persistencia de los problemas en la década del sesentaA fines de la década del sesenta el diagnóstico de la industria es centralmente el mismo. Desde la Segunda Guerra Mundial hasta 1960, las importaciones de maquinarias e insumos para la industria van a verse seriamente restringidos. Por lo tanto, la industria experimenta en dicho período un estancamiento técnico. Recién en 1960 se levantan las restricciones a las importaciones y el sector comienza a requiparse. En 1960, la curtiembre hispano argentina señala en su balance que ha continuado la modernización y racionalización de la empresa con simplificación de las tareas, esperan continuar con dicho proceso limitado por los altos gravámenes que pesan sobre la importación de máquinas.8 Al año siguiente CIDEC, otra firma líder del sector, informa sobre un proceso de remodelación fabril y anuncia la compra de nueva maquinaria,9 mientras que en 1965 da cuenta de la remodelación completa de la planta de teñido y acondicionamiento para ponerla a tono con resto de la fábrica y lograr una verdadera integración fabril que responda a las exigencias de la técnica más avanzada.10 En 1962, ‘la hispano argentina’ comenta que ha comenzado a producir cuero reconstituido bajo licencia alemana y que, gracias a la racionalización de los años anteriores, podían sortear crisis.11 Todas estas innovaciones se realizan ante la perspectiva de ganar mercados extranjeros y exportar su producción. Pero se mantienen elevados gravámenes a la importación de insumos, de tal forma que la ausencia o mala calidad de los productos químicos disponibles en el ámbito local seguirá siendo uno de los principales problemas de la industria. En un contexto internacional favorable a las exportaciones a finales de los ’60 se realizan nuevos estudios comparativos. Una misión técnica de la ONU, con apoyo de la CONADE, indaga sobre la competitividad internacional de las curtiembres argentinas. Los técnicos del proyecto señalan nuevamente los déficits de la industria química local: “en el país no pueden conseguirse la misma calidad y variedad de productos químicos que la industria curtidora necesita”12 En el informe definitivo, se señala que las tres fábricas principales tienen nivel técnico y calidad razonable, sólo se presentan problemas en la terminación. Parcialmente, esto se debería a que en la demanda interna incidía más el precio que la calidad, pero otra causa era, sin duda, la ausencia de productos químicos de calidad, dado que los fabricados localmente eran de calidad relativamente baja (ONUDI, 1969, p. 19) Una anécdota, ejemplifica esto, Luis Bassi, relata que en 1961 un técnico recibido en Alemania que visitó la fábrica La hispano Argentina, le propuso realizar unas pruebas sobre suelas y capelladas y le entregó una larga lista de productos que necesitaba. Bassi le explicó que no contaban con ninguno de esos productos. 13 El problema de los insumos importados nos muestra la complejidad de los eslabonamientos industriales: en última instancia, la falta de una industria química poderosa inhibe el desarrollo de substitutos para esos productos y frena el desarrollo de las curtiembres argentinas. Así como inicialmente la simple disponibilidad de algunas de las materias primas agrarias no resultaban impulso suficiente y la industria crece más tarde impulsada por la demanda de las fábricas de calzado, no basta luego con la existencia de cueros, ni con ser la principal proveedora de extracto de quebracho. El caso de la industria del cuero, donde aparentemente la Argentina poseía ciertas ventajas nos dice mucho de las dificultades que enfrentan en su desarrollo los países de industrialización tardía. Finalmente, también persiste el problema del aprovisionamiento de cueros, incluso por momentos se agrava como sucede durante 1963 en momentos de baja faena.14 Finalmente, éste se resuelve en 1972, año en el que se prohíbe la exportación de cueros crudos o con poco valor agregado, lo que va a dar lugar a importantes conflictos intersectoriales.15 Esta medida que era considerada transitoria se ha mantenido hasta la actualidad, lo que es un signo de la debilidad de la industria del cuero local, que mantiene, hasta hoy, esta dependencia del auxilio estatal. BibliografíaButman, Arthur (1910): “Shoe and leather trade in Argentina, Chile, Perú and Uruguay” en Special Agents Series, nº 37, Washington Goverment Printing Office, 72 p. Cámara de la Industria del Calzado (1935): Las grandes industrias del curtido, calzado y afines Bs. Aires, 1935. 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1 Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales. Facultad de Humanidades y Educación Universidad Nacional de La Plata- Argentina –Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y tecnológicas - (IDICHS- FAHCE- UNLP- CONICET). Facultad de Filosofía y Letras –Universidad de Buenos Aires. (FFyL –UBA) Mail: marinakabat@yahoo.com.ar |